La religión y la literatura han estado unidos por un vínculo fuerte que se ha prolongado en el tiempo. Existen miles de textos que analizan hechos históricos y análisis bíblicos, además, de miles de novelas que permiten reflexionar sobre la espiritualidad y las creencias afianzadas en la humanidad.
Las creencias religiosas están vinculadas a las diferentes manifestaciones culturales y repercuten de manera directa en las maneras de vivir de cada pueblo.
Existen millones de libros que abordan el tema religioso, algunos autores encuentran en la ficción un espacio para dibujar mundos imaginarios y referentes creados que permiten hacer críticas profundas.
Lectura y arte
Cualquier persona creyente se plantea la búsqueda de una tienda de artículos religiosos cerca de mi casa o sitio de trabajo para encontrar algunos de estos libros. Muchos prefieren encontrar textos relacionados con su fe, mientras que otros tienen la mente abierta hacia la crítica y la fantasía.
Una de las tiendas religiosas más reconocidas por su amplia variedad de artículos, incluyendo libros, es Holyart, la cual se ha convertido en la mejor alternativa para encontrar objetos de arte, artículos litúrgicos y recuerdos para ocasiones como bautizos, bodas, funerales. Tiene una práctica página web desde la cual se pueden hacer las compras con toda comodidad y seguridad.
Los amantes de la lectura religiosa, además, encuentran en las tiendas online análisis de los evangelios, misales, liturgias y diferentes textos que analizan la profundidad de la fe, sin olvidar el impacto social e histórico.
Fantasía y crítica
La religiosidad como elemento cultural genera una maquinaria que hace reflexionar y motoriza la imaginación. Muchas novelas fantásticas más conocidas son especies de crítica férrea a algunos temas de fe.
William Paul Young presenta en La Cabaña una novela alegórica en la cual plantea que todo sufrimiento y dolor que padece el hombre en la tierra forma parte de un plan maestro de Dios, que, aunque desconocido por el hombre, busca un fin que no debe cuestionarse.
La novela escrita en 2007, fue llevada al cine una década después y fue objeto de un gran debate, sobre todo, desde el punto de vista de la Iglesia protestante, a la cual pertenece el propio autor del libro.
Más allá de lo evidente
La literatura fantástica ofreció la novela Dune, de Frank Herbert, publicada en 1965. Se trató de una obra de gran éxito que dio pie a una saga muy popular. La novela fue llevada a la gran pantalla en 1984 y 2021, pero más allá de eso, se trató de un texto que explora las ideas del mesianismo y los fundamentos tanto de la religión católica como del islamismo.
Herbert refleja en su obra gran parte del momento histórico en el que se escribió, cuando se discutía el Concilio Vaticano II, por lo que presenta en su obra una gran élite religiosa que decide qué fundamentos de fe quedan y cuáles se desechan.
Otro libro muy popular, sobre todo entre los jóvenes, es el Juego de Ender, obra de Orson Scott Card (1985), un título que dio inicio a una saga cinematográfica y videojuegos. El relato de Scott se centra sobre los peligros que implican la guerra y el poder, así como los medios y el ocio tienen la capacidad de moldear el comportamiento de las personas.
Un Cántico para Leibowitz, de Walter Miller Jr. (1960) cuenta la historia de una orden creada para preservar los conocimientos de la fe, ante la destrucción de una guerra (diluvio de fuego). Una obra escrita en la era del miedo a una guerra nuclear.
La opresión y el fanatismo
Dos temas recurrentes en el mundo de la ficción en algunas novelas que hacen referencia a la ficción son la opresión que implica el uso de algunas religiones y gobiernos, así como el fanatismo implícito. Una de las obras es V de Vendetta (Alan Moore y David Lloyd, 1982 – 1988), que también se transformó en película. Esta novela plantea como la fe llega a ser un arma que se emplea para dirigir y mantener bajo dominio a las masas.
En 1998 James Stevens-Arce publicó El salvador de almas, en el cual presenta una dura crítica feroz a la unión de la Iglesia y los gobiernos, así como a la parafernalia que presentan los predicadores de televisión y grandes espectáculos.