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El día que me quieras, poema de Amado Nervo

Amado Nervo

Amado Nervo, poeta mexicano que tuvo un gran auge en la primera mitad del siglo XX, cumple este 24 de mayo 103 años de fallecido, cuando apenas tenía 48 años de edad. Su muerte tuvo lugar en Montevideo , Uruguay, y las causas fueron las complicaciones de la enfermedad conocida como Uremia.

Nacido en Tepic en el año de 1870, dedicó la mayor parte de su obra a la corriente modernista, pues abordan temas como el amor y la religión, el cristianismo y el hinduismo. Sus primeros estudios en el Colegio de Jacona, pasando después al Seminario de Zamora, en el Estado de Michoacán. Sin embargo, debido a problemas económicos en su familia, abandonó sus estudios.

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Empezó a ejercer el periodismo, profesión que desarrolló primero en Mazatlán, en el Estado de Sinaloa, y más tarde en la propia Ciudad de México. Colaboró en la Revista Azul y posteriormente fundó la Revista Moderna, de igual forma participó un tiempo en el periódico El Imparcial.

Fue profesor Escuela Nacional Preparatoria, hasta ser nombrado inspector de enseñanza de la literatura. Poeta y prosista, Nervo es un auténtico poeta modernista, verdadero hijo literario de Rubén Darío.

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Te dejamos uno de los poemas más queridos de Amado Nervo, titulado El día que me quieras.

El día que me quieras

El día que me quieras tendrá más luz que junio;
la noche que me quieras será de plenilunio,
con notas de Beethoven vibrando en cada rayo
sus inefables cosas,
y habrá juntas más rosas
que en todo el mes de mayo.

Las fuentes cristalinas
irán por las laderas
saltando cristalinas
el día que me quieras.

El día que me quieras, los sotos escondidos
resonarán arpegios nunca jamás oídos.
Éxtasis de tus ojos, todas las primaveras
que hubo y habrá en el mundo serán cuando me quieras.

Cogidas de la mano cual rubias hermanitas,
luciendo golas cándidas, irán las margaritas
por montes y praderas,
delante de tus pasos, el día que me quieras…
Y si deshojas una, te dirá su inocente
postrer pétalo blanco: ¡Apasionadamente!

Al reventar el alba del día que me quieras,
tendrán todos los tréboles cuatro hojas agoreras,
y en el estanque, nido de gérmenes ignotos,
florecerán las místicas corolas de los lotos.

El día que me quieras será cada celaje
ala maravillosa; cada arrebol, miraje
de «Las Mil y una Noches»; cada brisa un cantar,
cada árbol una lira, cada monte un altar.

El día que me quieras, para nosotros dos
cabrá en un solo beso la beatitud de Dios.

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