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Apollonia Saintclair: Ilustraciones políticamente eróticas

Apollonia Saintclair

Un espíritu burlón atraviesa la red. Un arte que es escupido en ceros y unos desde un torrente de sangre transformada en tinta; en dibujo, ese mágico artefacto del arte en apariencia básico, rudimentario. “La sangre es mi tinta”, ha declarado Apollonia Saintclair, enigmática artista que mantiene su identidad en secreto, pero no así su propuesta: un caudal de ilustraciones eróticas, sexuales, que nos remiten a las once mil vergas de Guillaume Apollinaire, a la irreverente sensualidad de Milo Manara y al genio literario del Marqués de Sade, entre otras grandes figuras de lo blasfemo.

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¿Dónde se ubica el límite de la pornografía y el arte? La pregunta es vieja y la respuesta no es cabal; sus derroteros se bifurcan en gran cantidad de debates. Para Apollonia Saintclair algo está claro: Aprender a dibujar es aprender a ver de una manera abstracta; reducir lo real a través de una lente personal, una que tiene como filtros el deseo, la sensualidad y el sexo. “Sismógrafos”, nos dice desde alguna parte del mundo, que revelan cambios sustanciales en el entorno. He aquí una artista que usa lo grotesco como alfabeto, como un “bestiario” inserto desde tiempos pretéritos en el inconsciente.

No obstante eres una artista que mantiene su identidad en secreto, cuéntanos un poco sobre ti.

No me gusta hablar de mí porque es irrelevante. Estoy segura que mi vida es sólo una anécdota sin importancia. Y que en última instancia si algo importa son mis dibujos, que hablan por sí mismos.

¿En qué momento decidiste ocultar tu identidad?

Cuando comencé a publicar mis imágenes decidí desaparecer detrás de ellas. ¿Por qué? Timidez, tal vez, porque soy celosa con mi privacidad; pero, sobre todo, porque tengo cuidado con la sombra que inevitablemente refleja la personalidad de un autor sobre su trabajo. Quiero que todos disfruten de mis dibujos sin ningún sesgo relacionado con su origen.

¿Desde cuándo comenzaste a dibujar y cuánto de tu tiempo lo dedicas a ello?

Siempre he dibujado. A veces esporádicamente, a veces intensamente, pero la calidad y la ambición nunca superaron el nivel del garabato semi serio. Eso cambió en 2011, cuando sin darme cuenta, empecé a creer un poco más en lo que hacía; la sensibilidad estaba allí pero me faltaba darme cuenta que, contrario a lo que inicialmente pensaba, mi arte era tal vez más importante para mí y para los demás. Ahora dibujo todo el tiempo que puedo, desde un par hasta 20 horas al día.

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Apollonia Saintclair, ¿de dónde surge la inspiración para tus ilustraciones? ¿Vienen de tus propias fantasías?

Mi mayor motivación es dibujar por placer. También tengo metas artísticas, pero al final dibujo por impulso. El principio siempre es visual: veo una imagen o un fragmento que me inspira una historia que quiero contar. El resto es técnica clásica propia del dibujo: sketches, pruebas y composición, para finalmente lograr una obra en la que pueda proyectar mi visión o sentir de manera original, en tinta.

Aunque principalmente abordas el tema del sexo y el erotismo en tu arte, observamos también elementos religiosos. ¿Por qué mezclar ambos tópicos? ¿Representan una crítica abierta a la censura y doble moral?

Gran parte de la historia del arte occidental es producto del arte sacro. Y es virtualmente imposible crear imágenes —consciente o inconscientemente— sin referirse a éste. Personalmente, no tengo nada en contra de la religión. Pienso que ésta es, sobre todo, un asunto privado. Las dificultades surgen cuando las instituciones afirman tener exclusividad en el ámbito de lo sagrado y lo espiritual, así como en el campo de la sexualidad. No estoy tan políticamente comprometida como para afirmar que mis imágenes son abiertas críticas; soy, más bien, un espíritu burlón.

Tu blog se llama La tinta es mi sangre, y básicamente tu técnica se basa en trazos finos en blanco y negro. ¿Cómo llegaste a este estilo, Apollonia Saintclair?

Una de mis motivaciones, más allá del placer que me causa pintar, por supuesto, es lo maravilloso de la expresión gráfica. ¿Cómo es posible que el cerebro pueda dar sentido a puntos, líneas u objetos dispares que son, per se, elementos absolutamente abstractos y neutros? Me encanta trabajar con tinta —blanco y negro— porque el nivel de abstracción es automáticamente elevado. Aprender a dibujar es aprender a ver de una manera abstracta; reducir lo real a través de una lente más personal.

Apollonia Saintclair, algunas de tus imágenes han sido censuradas en Facebook e Instagram ¿Qué pasó?

Lamento que Instagram o Facebook no sean capaces o no quieran crear filtros que protejan a los menores de las imágenes excesivas (en este punto no sólo estoy hablando de erotismo) y, con el fin de justificar esa debilidad, se basen en una cultura de la denuncia en la que cualquiera puede aplicar una censura indiscriminada. A largo plazo puede ser que perdamos todos si cualquier forma de cultura underground o avant garde es prohibida en el internet sólo porque perturba a alguien. Lo que quiero decir es que siempre habrá alguien que se ofenda por lo que haces.

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La mujer representa el personaje principal en tu arte. La vemos teniendo el “control” sobre su sexualidad. ¿Cómo concibes esto? ¿Te han criticado bajo la idea de que ésta es representada como “un objeto sexual”?

La mujer esta omnipresente en la historia del arte. Pero, con demasiada frecuencia, se le ha limitado a la dualidad de puta-ramera. El hecho de que una mujer pueda sentir deseo, o incluso que pueda tener alma, ha sido pasado por alto. Sin desmerecer el deseo masculino, creo que las fantasías femeninas son demasiado complejas, y por lo mismo interesantes de plasmar, evidentemente. Explorar la sexualidad es, en última instancia, un viaje solitario, así como el cerebro, que es nuestra mayor zona erógena. A través de la evolución, la mujer ha desarrollado estrategias muy sofisticadas para lograr sus objetivos. Eso hace que su archipiélago del deseo sea rico y extenso para un explorador.

Por otro lado, en varias de tus ilustraciones están presentes los animales….

¿Si dibujo una mujer con la cabeza de un gato es una escena de bestialidad, un superhéroe o una diosa egipcia? ¿O es todo lo anterior al mismo tiempo? Uso lo grotesco como un alfabeto, como un bestiario profundamente arraigado en nuestro inconsciente. Una araña o una cabeza de vaca son más que simples accesorios. Básicamente, creo que uno ve en un dibujo lo que está dispuesto a ver. Son arquetipos desarrollados a lo largo de la historia de la humanidad; tótems que activan sentimientos, asociaciones y todo un mundo oculto, y que son parte integral de nuestra memoria colectiva.

Tienes como referentes de inspiración a artistas gráficos como Moebius y Milo Manara, y a escritores como el Marqués de Sade, Apollinaire y Henry Miller…

Rastrear mis referentes favoritos es un ejercicio de auto contemplación que no me agrada. Algunas de mis influencias son evidentes, otras más difíciles de detectar. Pero lo que me inspira, más allá de cualquier otra cosa, es una actitud; esos gigantes que durante toda su vida han empujado más allá —con paciencia, con humildad— los límites de su arte.

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Se habla de internet como una ventana de expresión, de comunicación, etcétera. Y básicamente para tu arte esta herramienta es el escaparate principal, a pesar de la censura. ¿Cómo mantienes un perfil público y una identidad oculta?

Eso es fácil. Si lo que buscas es anonimato internet es el lugar para hacerlo. Si yo usara el camino normal del arte a través de exhibiciones y galerías sería bastante complicado no aparecer en carne y hueso al lado de mi trabajo.

¿El sexo sigue siendo un tema tabú?

El sexo está en todas partes. Solamente hay que echar una mirada a las calles. El problema no es el sexo, sino el hecho de que algunas personas se sienten amenazadas por el cambio. Generalmente, el sexo o la desnudez están en la mira de algunas personas, para expresar su conservadurismo. Se trata de zonas que pertenecen a la intimidad y generalmente son indicativos de lo que la gente es realmente. Son sismógrafos que revelan cambios fundamentales en la sociedad.

¿En qué estás trabajando actualmente?

En mejorar mi técnica.

Para finalizar, van un par de preguntas rápidas:

Dos libros:

I Am Legend, de  Richard Matheson; y Les onze mille verges, de Guillaume Apollinaire.

Pintura favorita:

“Carré noir sur fond blanc”, Kazimir Malévich.

 Comida:

Lo que pueda hacer en mi cocina.

Política:

No tengo ningún interés particular.

Música:

Siempre escucho música mientras trabajo. En este momento suena Antonio Carlos Jobim.

Sigue a Apollonia Saintclair en su página oficial

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