Apuesto a que ni te imaginabas el tipo de fiestas de disfraces de la Bauhaus. La importancia que tiene este movimiento artístico no fue únicamente aplicado a la arquitectura, pintura, diseño y escultura, sino que fue tan grande que se convirtió en un estilo de vida.
“Para ser admitido en los talleres de la Bauhaus, no sólo se debía saber trabajar, sino también aplicar una manera de vivir. La educación y la formación no son requisitos esenciales, pero sí el tener un temperamento animado, ser alerta, contar con un cuerpo flexible y una mente inventiva. La vida nocturna en la Bauhaus tiene la misma importancia que las actividades diurnas. Hay que saber bailar.”
Farkas Ferenc Molnár, arquitecto húngaro en un ensayo de 1925 titulado «La vida en la Bauhaus».
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Muchas veces dejamos pasar información importante sobre partes fundamentales de la historia del arte y sus elementos. Pero no debemos olvidar las cosas es énviales para el alma humana; lo primero que te imaginas al escuchar la palabra Bauhaus, es el diseño, el minimalismo, la arquitectura, etc. Sin embargo algo que se ha pasado por alto es el hecho de que esta rigurosa escuela de diseño, fundada por Walter Gropius también organizaba increíbles fiestas de disfraces.
Por allá de 1920 los artistas no se limitaban a crear muebles o edificios, sino que iban más allá. Justamente en las fiestas de disfraces de la Bauhaus donde podemos apreciar tan fascinantes y escultóricos diseños, tan extravagantes que es increíble su pertenencia al movimiento.
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Por supuesto que como era de esperarse que este tipo de fiestas, no se parecieran en nada a las que estamos acostumbrados en la actualidad. Por ejemplo, para Halloween o Día de Muertos (según sea el caso) siempre estamos buscando alguna referencia en el cine, caricaturas, artistas, etc. Y tenemos la certeza de que siempre, siempre vamos a coincidir con alguien más, me refiero a que repetiremos disfraz. Cada año vemos 4 o 5 Harley Queens, Payasos diabólicos, etc.
Pero no en la Bauhaus, aquí se trataba de una ardua competencia entre los creativos. Imagínate a los grandes estudiantes y maestros como: Wassily Kandinsky, Paul Klee, Piet Mondian y László Moholy-Nagy. O al arquitecto Mies van der Rohe y el diseñador de muebles Marcel Breuer tratando de superarse los unos a los otros.
El resultado eran fiestas de disfraces de la Bauhaus con diseños y creaciones únicas, de carácter fantástico, bizarro y surrealista.
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«Kandinsky prefiere aparecer disfrazado como una antena, Itten como un monstruo amorfo, Feininger como dos triángulos rectángulos, Moholy-Nagy como un segmento transpirado por una cruz, Gropius como Le Corbusier, Muche como un apóstol de Mazdaznan, Klee como la canción del árbol azul.”
Farkas Ferenc Molnár, arquitecto húngaro en un ensayo de 1925 titulado «La vida en la Bauhaus».
Según el arquitecto húngaro Farkas Molnár, los disfraces eran algo que se tomaban muy en serio, pues el gasto mayor de dinero y energía siempre iban para las fiestas. Pues el taller de teatro pasó a ser el responsable de las grandes producciones realizadas, así como de los disfraces y su decorado.
“La diferencia esencial entre los bailes de disfraces organizados por los artistas de París, Berlín, Moscú y los que están aquí en la Bauhaus es que nuestros trajes son verdaderamente originales. Todos preparan los suyos. Nunca uno que se haya visto antes. Inhumano o humanoide, pero siempre nuevo. Puede ver formas monstruosamente altas tropezando, coloridas figuras mecánicas que no dan la menor idea de dónde está la cabeza. Dulces chicas dentro de un cubo rojo. Aquí viene una bruja y son levantados en el aire; las luces parpadean y se rocían olores”.
Farkas Ferenc Molnár, en un ensayo de 1925 titulado «La vida en la Bauhaus».
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Para cada fiesta, se elegía un tema para el disfraz, por ejemplo la llamada: «Barba, nariz y corazón», donde los asistentes recibieron instrucciones de presentarse con ropa que era dos tercios blanca y un tercio manchada o rayada. O la que ha llegado a ser considerada la máxima de las celebraciones, la “Fiesta de Metal de 1929”, donde los invitados se pusieron trajes hechos con papel de aluminio, sartenes y cucharas.
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De este taller de teatro destaca el dirigido por Oskar Schlemmer, un pintor y coreógrafo mejor conocido por su Ballet Triádico.