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LAS CARTAS DE AMOR ENTRE ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY Y CONSUELO, SU ESPOSA SALVADOREÑA

Antoine de Saint-Exupéry y su esposa Consuelo

La gran mayoría en el mundo conoce la obra de El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry, ya sea por el libro, las ilustraciones, las películas o toda referencia que existe desde que se dio a conocer el material.

De acuerdo con los herederos del poeta y aviador, se han vendido más de 200 millones de copias alrededor del mundo, y la obra ha sido traducida en 450 idiomas diferentes. Pero el éxito de su obra magna nunca pudo ser visto por Saint-Exupéry debido a que falleció misteriosamente un año después de publicado.

El impacto de El Principito sí pudo verlo y vivirlo su esposa Consuelo de Saint-Exupéry, con quien mantuvo una relación de 1931 hasta su muerte. Un amor que estuvo plagado de tormentos, engaños y diferencias por momentos irreconciliables, además que el poeta era un aventurero empedernido y ella una mujer independiente.

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Estos pleitos en la relación escalaron a la familia de cada uno cuando, cuatro años después de fallecido, se estableció un convenio donde a Consuelo le tocaba recibir la mitad de las ganancias de la obra, además de los derechos morales para decidir lo que sucedería en torno al universo del autor. A los Saint-Exupéry les tocaba la otra mitad de las percepciones.

Lo anterior cobra importancia pues recientemente en Francia se ha publicado una serie de cartas y telegramas que intercambió la pareja entre 1930 y 1944, y las cuales supondrían el final de los pleitos legales y civiles.

En las más de 160 misivas destacan fotografías, esbozos de Saint-Exupéry, así como dibujos de Consuelo, quien también era artista. En ellas queda plasmado que pese a la relación inestable que mantenían, sólo la muerte pudo separarlos.

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Tanto era el amor-odio que se tenían que en una de las cartas puede leerse a Antoine diciendo a su pareja, “Consuelo, cariño, no sabes hasta qué punto me haces sufrir”. En respuesta, ella escribió, “Lloro de emoción, tengo tanto miedo de exiliarme de tu corazón…”.

Lo que más llama la atención de dichos mensajes es que uno de ellos da un preámbulo de lo que sería El Principito. Esto le escribió Antoine a Consuelo en Buenos Aires, lugar donde el poeta caería enamorado.

“Recuerdo una historia no muy antigua, la cambio un poco: érase una vez un niño que había descubierto un tesoro. Pero este tesoro era demasiado bonito para un niño que no podía comprenderlo con los ojos y cuyos brazos no podían contenerlo. Por eso, el niño se volvió melancólico”.

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La publicación de las cartas, simbolizan un cese a las acciones entre familias que surgieron en un principio a finales de los años 40, y que detonaron en su máximo tras la muerte de Consuelo, quien legó sus derechos a su secretario José Martínez Fructuoso.

Tras esa decisión, Gabrielle d’Agay, descendiente de la hermana de Antoine, inició acciones legales, las cuales han durado hasta los tiempos recientes con la viuda del secretario, Martine Martínez, y Olivier d’Agay, sobrino nieto de Saint-Exupéry.

En un comunicado, la familia Saint-Exupéry admitió una guerra infructuosa para obtener cotitularidad sobre los derechos del autor. “Esta obra no habría podido ver la luz sin la colaboración entre la Sucesión Antoine de Saint-Exupéry-d’Agay y la Sucesión Consuelo de Saint-Exupéry”.

Sin embargo, el biógrafo del poeta, Alain Vircondelet, asegura que la  señora Martínez tiene un tesoro colosal sobre Saint-Exupéry y que estas más de 160 cartas no incluyen todas las que Consuelo mandó al creador de El Principito. “Cada vez que me habla de ello me quedo boquiabierto”.

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