Además del arte plástico y el cine, la también ha formado parte del movimiento surrealista. Poco se habla sobre la poesía surrealista y sus exponentes que sin duda vale la explorar. Grandes autores de principios del siglo XX de adentraron en esta manera de crear, son diversos los poemas surrealistas influenciados fuertemente por el dadaísmo. Entre ellos están André Breton, García Lorca, Louis Aragon y Octavio Paz. Pero qué mejor manera para entender lo que son los poemas surrealistas leyéndolos de la mano de sus más grandes autores.
A continuación te dejamos diez poemas surrealistas para que le entres a este gran género literario. No te olvides decirnos qué poemas surrealistas fueron tus favoritos.
Conoce a los máximos representantes del surrealismo literario
Habrá – André Breton
De dónde llega ese ruido de fuente
Sin embargo la llave no se quedó en la puerta
Qué hacer para desplazar estas enormes piedras
Ese día temblaré por perder un rastro
En uno de los enredados barrios de Lyon
Fue una bocanada de menta cuando iba a cumplir veinte años
Ante mí la senda hipnótica con una mujer sombríamente dichosa
Por otra parte los hábitos van a cambiar mucho
La gran prohibición será levantada
Una libélula correrán para oírme en 1950
En esta encrucijada
El vértigo es lo más hermoso que he conocido
Y cada 25 de mayo al terminar la tarde el viejo Delescluze
Con augusta máscara desciende hacia el Château-d’Eau
Se diría que barajan unas cartas de espejos entre la sombra.
El Espejo De Un Momento – Paul Eluard
Disipa el día,
muestra a los hombres las imágenes desligadas de la apariencia,
quita a los hombres la posibilidad de distraerse,
es duro como la piedra,
la piedra informe,
la piedra del movimiento y de la vista,
y tiene tal resplandor que todas las armaduras
y todas las máscaras quedan falseadas.
Lo que la mano ha tomado ni siquiera
se digna tomar la forma de la mano,
lo que ha sido comprendido ya no existe,
el pájaro se ha confundido con el viento,
el cielo con su verdad,
el hombre con su realidad.
Aparicion urbana – Olivero Girondo
¿Surgió de bajo tierra?
¿Se desprendió del cielo?
Estaba entre los ruidos,
herido,
malherido,
inmóvil,
en silencio,
hincado ante la tarde,
ante lo inevitable,
las venas adheridas
al espanto,
al asfalto,
con sus crenchas caídas,
con sus ojos de santo,
todo, todo desnudo,
casi azul, de tan blanco.
Hablaban de un caballo.
Yo creo que era un ángel.
Hacia la noche – Philippe Soupault
Es tarde
en la sombra y en el viento
un grito asciende con la noche
No espero a nadie
a nadie
ni siquiera a un recuerdo
Hace ya tiempo que pasó la hora
pero ese grito que lleva el viento
y empuja hacia adelante
viene de un lugar que está más allá
por encima del sueño
No espero a nadie
pero aquí está la noche
coronada por el fuego
de los ojos de todos los muertos
silenciosos
Y todo lo que debía desaparecer
todo lo perdido
hay que volver a encontrarlo
por encima del sueño
hacia la noche.
Acabar con Todo – Octavio Paz
Dame, llama invisible, espada fría,
tu persistente cólera,
para acabar con todo,
oh mundo seco,
oh mundo desangrado,
para acabar con todo.
Arde, sombrío, arde sin llamas,
apagado y ardiente,
ceniza y piedra viva,
desierto sin orillas.
Arde en el vasto cielo, laja y nube,
bajo la ciega luz que se desploma
entre estériles peñas.
Arde en la soledad que nos deshace,
tierra de piedra ardiente,
de raíces heladas y sedientas.
Arde, furor oculto,
ceniza que enloquece,
arde invisible, arde
como el mar impotente engendra nubes,
olas como el rencor y espumas pétreas.
Entre mis huesos delirantes, arde;
arde dentro del aire hueco,
horno invisible y puro;
arde como arde el tiempo,
como camina el tiempo entre la muerte,
con sus mismas pisadas y su aliento;
arde como la soledad que te devora,
arde en ti mismo, ardor sin llama,
soledad sin imagen, sed sin labios.
Para acabar con todo,
oh mundo seco,
para acabar con todo.
Tengo algo que decir me digo – Federico García Lorca
Tengo que decir algo me digo
Palabras que se disuelven en la boca
Alas que de repente son percheros
Donde el grito cae crece una mano
Alguien mata nuestro nombre según libro
¿Quién le arranco los ojos a la estatua?
¿Quién colocó esta lengua alrededor del
Llanto?
Tengo algo que decir me digo
Y me hincho de pájaros por fuera
Labios que caen como espejos Aquí
Allá dentro las distancias se reúnen
Este norte o este sur son un ojo
Vivo alrededor de mí mismo
Estoy aquí allá entre peldaños de carne
A la intemperie
Con algo que decir me digo.
Carlitos Místico – Louis Aragón
El ascensor descendía siempre hasta perder aliento
Y la escalera subía siempre
Esta dama no entiende lo que se habla
Es postiza
Yo que ya soñaba con hablarle de amor
Oh el dependiente
Tan cómico con su bigote y sus cejas
Artificiales
Dio un grito cuando yo tiré de ellos
Qué raro
Qué veo Esa noble extranjera
Señor yo no soy una mujer liviana
Uh la fea
Por suerte nosotros
Tenemos valijas de piel de cerdo
A toda prueba
Ésta
Veinte dólares
Y contiene mil
Siempre el mismo sistema
Ni medida
Ni lógica
Mal tema
La única – Paul Eluard
Ella tenía en la tranquilidad de su cuerpo
Una pequeña bola de nieve color rojo
Tenía en los hombros
Una sombra de silencio una sombra de rosa
Cubierta por su aureola
Sus manos y dóciles arcos y cantores
Quebraban la luz.
Ella contaba los minutos sin dormirse.
Cenizas – Alejandra Pizarnik
La noche se astilló de estrellas
mirándome alucinada
el aire arroja odio
embellecido su rostro
con música.
Pronto nos iremos
Arcano sueño
antepasado de mi sonrisa
el mundo está demacrado
y hay candado pero no llaves
y hay pavor pero no lágrimas.
¿Qué haré conmigo?
Porque a Ti te debo lo que soy
Pero no tengo mañana
Porque a Ti te…
La noche sufre.
«Allo» — Benjamin Péret
Mi avión en llamas mi castillo inundado de vino del Rhin
mi ghetto de lirios negros mi oreja de cristal
mi roca rodando por el acantilado para aplastar al guarda rural
mi caracol de ópalo mi mosquito de aire
mi edredón de aves del paraíso mi cabellera de espuma negra
mi tumba agrietada mi lluvia de langostas rojas
mi isla voladora mi uva de turquesa
mi colisión de autos locos y prudentes mi arriate silvestre
mi pistilo de cardillo proyectado en mi ojo
mi bulbo de tulipán en el cerebro
mi gacela perdida en un cinema de los bulevares
mi cofrecillo de sol mi fruto de volcán
mi risa de estanque oculto donde se ahogan los profetas distraídos
mi inundación de casis mi mariposa de morilla
mi cascada azul como una ola de fondo que hace nacer la primavera
mi revólver de coral cuya boca me atrae como la boca de un pozo reverberante
helado como el espejo en que contemplas la huida de los colibríes de tu mirar
perdido en una exposición de lencería enmarcada de momias te amo