Las pinturas de Dalí pueden encontrarse a manera de réplicas, decorando la sala de algún entusiasta de su pintura o decenas de originales en exposiciones a lo largo del mundo. Su estilo surrealista tan particular es imposible de olvidar e identificable a primera vista. Por ello, es que aunque los elementos de una pintura no correspondan a su marcada forma de pintar, es inevitable distinguir su sello personal. Tal es el caso del retrato familiar de Salvador Dalí.
La historia cuenta que durante su prolífica y artística vida, el pintor logró completar un gran número de encargos de retratos durante la década de 1940 hasta la de 1970. Su estilo y esencia cobraban sentido en los pinceles que capturaban los rostros de miembros de la élite de toda América del Norte. Así fue como la familia Green, originarios de Maryland, Estados Unidos, lograron obtener una pieza de arte del gran pintor.
Montgomery M. Green, su esposa Ann y sus hijos eran grandes admiradores de la obra de Dalí. Montgomery era un respetado agricultor y un gran conocedor de las artes. Aunque no existía una relación directa con el artista, se aventuró a contactar al galerista para encomendarle una retrato familiar de Salvador Dalí. En aquellos años, donde las solicitudes se hacían a través de cartas, fue un movimiento audaz y tenaz a la vez.
La solicitud rindió frutos y así fue como los Green viajaron hasta Cadaqués, España a la casa del gran pintor que tras dirigir una sesión de fotografías tomadas por Robert Descharnes, el fotógrafo personal del artista, y una serie de bocetos preliminares, se completó el retrato familiar de Salvador Dalí al que llamó «Retrato de Madame Ann W. Green et de son fils Jonathan» en 1963.
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El pintor se inspiró en la casa de vacaciones de la familia Green que estaba ubicada en Cabo Cañaveral, Florida donde también es conocido como «Costa Espacial» y muestra a Ann en primer plano observando a Jonathan vestido como su padre flotando con una especie de casco embrionario y con detalles surrealistas característicos del pintor español y elementos religiosos que evocaban el amor al arte renacentista del artista y la fe católica de la familia.
La familia quedó encantada con el resultado y desde entonces se convirtió en uno de los tesoros más preciados que conservaron hasta el seis de noviembre de 2015, fecha en que la casa Sotheby’s la subastó junto a las imágenes del viaje familiar a la casa de Dalí conservadas en un video donde se puede ver al artista conviviendo con los protagonistas de su peculiar pintura.