Hace algunos años, en el 2017 para ser exactos, el Museo de Arte Nelson-Atkins, en Kansas City, realizó un descubrimiento fascinante en una de las pinturas más famosas del pintor neerlandés Vincent Van Gogh, quien sin quererlo, dejó impregnado un saltamontes en conjunción artística.
Resulta que en la obra Olive Trees, o Los Olivos, de 1889, se encontró a este pequeño insecto que llevá más de un siglo siendo parte primordial de la pintura. El animal en cuestión se descubrió gracias a una serie de análisis minuciosos.
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Dicha revisión no se llevó a cabo sólo en esta obra de Van Gogh, pues incluyó 104 pinturas del pintor para verlas de una forma diferente. El análisis incluyó rayos ultravioleta, rayos X y microscopio, gracias a estos fue que el saltamontes fue detectado.
¿Pero cómo llegó el insecto a Los Olivos? De acuerdo a los expertos, entre ellos el paleontólogo de la Universidad de Kansas, Michael Engel, el saltamontes no presentaba signos de movimiento, por lo que seguramente ya estaba muerto cuando fue plasmado en el lienzo.
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Además, se indicó que el insecto no cuenta con abdomen y tórax, y que seguramente Van Gogh ni se enteró que había puesto el cadáver del saltamontes. Cabe resaltar que la pintura fue realizada al aire libre, por lo que las condiciones en aquel día seguramente llevaron al invertebrado gracias al viento.
Este curioso error y detalle visibilizan lo complicado que es realizar una obra de este tipo fuera de un estudio cerrado. Ya que además del polvo, arena y viento, también se debe lidiar con algún animalillo muerto.
Lo que sí hay que tener presente es que el saltamontes no modificó en alguna forma la pintura de este paraje de olivos y ahora el insecto pasará aún más a la posteridad, aunque nunca conozca el honor de pertenecer a un cuadro del más famoso artista de los Países Bajos.