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Escritoras malditas: la pluma desinhibida no es sólo masculina

La escritura como terapia para escupir la flemática parte de la vida, suele ser algo asociado a lo masculino. La pluma y la testosterona, consideradas inseparables, casi hasta congénitas, son cortadas por el filo agudo de la literatura y la poesía de las escritoras malditas, desde tiempos inmemorables.
Lo maldito es humano. La soledad, el dolor y el sufrimiento son parte de la naturaleza social. La emoción se torna sentimiento, y estos se adhieren al tejido.

La carne supura angustia, desinterés e inconformidad. Y en la expresión escrita del acontecer diario en la vida de una mujer, el rechazo, la señalización y lo prohibido, son los ingredientes que ofrecen la cruda y para nada insípida perspectiva de la mirada de las escritoras malditas.

Marina Tsvetaeva (1892-1941)

Poeta rusa que representa una de las voces más importantes del siglo XX, y reconocida como una de las grandes escritoras malditas. Su obra, llena de pasión y experimentación, se vio trastocada por el exilio y la tragedia. Su poemario «Versta tras Versta» es considerado una obra maestra de la poesía rusa. Sus letras se caracterizan por ser la invitación a la conmoción de su vida. Un profundo interés por explorar, degustar y descubrir el camino de ella misma como poeta. Envuelta por la desesperación y la tristeza de ver su mundo caerse en pedazos, optó por quitarse la vida.

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Anne Sexton (1928-1974)

Poeta estadounidense reconocida por su honestidad brutal y su exploración de temas tabú como la muerte, la sexualidad y la enfermedad mental. Tras nueve intentos de suicidio, la décima ocasión terminaría con su vida. Dejó a su paso una obra cuyo tema central fueron las dificultades de ser mujer, en lo que se considera un mundo de hombres. Esta escritora maldita, maldecida por la honestidad de su palabra concibió los poemas “Vive o muere”, “Transformaciones” y “El horrible remar hacia Dios”.

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María Polydouri (1902-1930)

Poeta griega considerada como neorromántica, cuyos textos cultivaron la insatisfacción con un tono decadente. Es una de las escritoras malditas con una vida corta, solitaria. La enfermedad y el desamor, así como el engaño y la sorpresa, extinguieron el fuego abrasador de su poesía.
Considerada como excéntrica y poética a la vez, la escritora murió de tuberculosis tras haber sido señalada por los medios de su época, como el ejemplo de vida que una mujer joven no debía de seguir.

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Sylvia Plath (1932-1963)

Poeta estadounidense conocida por su intensa y conmovedora obra, marcada por la depresión y el suicidio, el dolor y la enfermedad mental. Plath es una de las escritoras malditas que figura como exponente de la poesía confesional. Fue diagnosticada con depresión clínica, algo que junto con la escritura, la acompañaría por el resto de su vida. A pesar de haber intentado sobreponerse en varias ocasiones al sufrimiento de las experiencias, decidió quitarse la vida intoxicándose con gas. Su poemario «Poeta en un Espejo» la catapultó a la fama.

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Alejandra Pizarnik (1936-1972)

Fue una prodigiosa, talentosa e incomprendida poeta argentina. De las escritoras malditas, Pizarnik es considerada como mujer de letras de profunda sensibilidad y lenguaje único. Su obra explora la soledad, la angustia y la muerte, pero con el uso contrastante de una belleza cruda, e incluso desgarradora. Sus versos deambulan entre lo surrealista y lo racional. Siempre se sintió fuera de lugar, lo que se percibe sin duda en su poemario «Extraña Luz«, obra maestra de la poesía hispanoamericana.

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Marga Gil Roësset (1908 -1932)

Considerada a diferencia de otras escritoras malditas, como única, genial y distinta. Toda una prodigiosa artista que se desenvolvió en la escultura, la pintura e ilustración y la escritura.
Decidió quitarse la vida por la frustración y la tristeza de lo imposible de su enamoramiento con un hombre casado, y su religiosidad. Actualmente sigue siendo una poeta olvidada, a pesar del esfuerzo de su hermana Consuelo por rescatar varias de sus obras.

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