David Lynch, siempre dejó muy en claro la influencia del pintor Francis Bacon, en su obra. Comparte con él el gusto por reflejar la vida en la muerte y al ser humano mostrado tal cual es: deforme, en fragmentos e inmerso en un infierno. Para desmenuzar y comprender desde varios puntos de vista la obra de Lynch, así como la relación que tiene con la de Bacon. Es necesario hacer un repaso por la obra del pintor y las características más importantes que fueron lo que a atrajo al genio del cine.
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Francis Bacon, el pintor obscuro
Francis Bacon fue un pintor irlandés, de estilo figurativo. Quien solía emplear la deformación pictórica y gran ambigüedad en el plano intencional; un tema recurrente en sus pinturas fue la figura humana y el retrato En total fue autor de 584 pinturas y alrededor de 600 dibujos.
Aquellos retratos son los que atraparon a David Lynch. Pues la obra de Bacon trata fundamentalmente de la carne estremecida, convulsa, retorcida, atormentada, lacerada, desgarrada, despellejada, mutilada, masacrada, vuelta del revés, expuesta, en metamorfosis, pero viva. Tomaba referencias de fotografías de sus amigos, pero también fotografías médicas de enfermedades y deformaciones, en cronofotografías de Muybridge.
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Se podría decir que en cuanto a la vida personal del pintor, fue muy complicada. Ya que en esa época era muy mal visto que alguien se declarar homosexual, por lo mismo Bacon abandonó su casa desde muy joven. Cada noche al salir de su estudio se ahogaba en cerveza, cigarrillos y peleas. Una de esas razones lo inspiraba a expresar el terror y el sinsentido de la tragedia de la existencia.
«Asquerosa carne en descomposición.»
Margaret Tatcher acerca de la obra de Bacon.
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David descubre a Bacon
Existe una versión sobre cómo Lynch descubrió a este gran pintor. La historia cuenta que se encontraba en su estudio cuando una ráfaga de viento movió una de sus pinturas y al verlo se preguntó: «¿Cómo haría una pintura en movimiento?» Esa lluvia de ideas dio como resultado su obra: Six Figures Getting Sick de 1966.