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Gerardo Nigenda Fotógrafo: Explorando el Lenguaje de la Luz

Gerardo Nigenda fotografia

Gerardo Nigenda (1967-2010) se inició en la fotografía en 1999. Su motivación fue el contacto entre ciegos y fotógrafos, propiciado por el hecho que la biblioteca “Jorge Luis Borges” —acervo para ciegos a su cargo en ese entonces— y el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo (CFMAB) compartieran el mismo inmueble en la ciudad de Oaxaca.

La paradójica vinculación de esos espacios, y sus nombres propios, anticipa el sutil tejido de palabras e imágenes explorado por este creador en poco más de una década. En la primavera de 1999, entre broma y no, Gerardo Nigenda pidió a Cecilia Salcedo —directora del CFMAB en ese momento—, que le enseñara a fotografiar.

Nada habría de extraño en tal petición, salvo porque siete años antes, cuando tenía 25 años, Gerardo había perdido la vista por completo. Nigenda comenzó por fotografiar sus entornos cotidianos: su casa, sus espacios de trabajo, y algunas situaciones en el centro de Oaxaca. Era inicio de su aventura con la fotografía; de su indagación sobre qué hacer con la cámara, con su primer rollo de película fotográfica a color.

Las fotos que tomo son vivencias, lo que estoy viviendo, oliendo, tocando, escuchando. Esas vivencias, esas memorias, que son mis negativos, las tengo en mi mente. Al leer lo que les pongo, ¡pum! Viajo y ubico dónde fue o qué es.

Gerardo Nigenda

Ante la sorpresa de los primeros resultados, Salcedo sugirió a Nigenda empezar un proyecto en forma. Así surgió la idea de describir la vida de Sergio Martínez Bailón, un amigo ciego a quien Nigenda había apoyado en su rehabilitación.

Gerardo lo fotografió durante un viaje a su pueblo de origen en la Sierra Sur Zapoteca, así como en su dinámica por la ciudad. Esta serie, hoy conocida como Fronteras, relata el abandono del calor del hogar y las experiencias fraternales por migrar a la urbe en busca de desarrollo.

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Fotos: Gerardo Nigenda / gerardonigenda.org.mx

En el inicio de su exploración, de su aproximación a la imagen, Nigenda escribió —a sugerencia de Salcedo— en el reverso de una fotografía en blanco y negro del primer patio del CFMAB, una descripción “objetiva”, detallada y a color del aspecto visual de dicho espacio.

Así, Nigenda encontró en la palabra otra forma de ver, que continuaría explorando a lo largo de toda su obra. De su experimentación con el braille para las fotos de Sergio, Nigenda pasó a escribirlo en el frente de las impresiones fotográficas, como parte de la imagen. También dejó de describir el aspecto visual para mejor compartir en frases breves su percepción o recuerdo de lo fotografiado.

Luego del registrar sus entornos cotidianos con su primer rollo, Nigenda retrató a personas cercanas: familiares, amigos, alumnos y colegas de trabajo. A la mayoría de éstas las conoció después de haber perdido la vista, por lo que no tenía una imagen visual de sus rostros.

Las fotografías de esta serie nos ofrecen el aspecto físico de estas personas, mientras que en los textos los describe por su modo de ser o su carácter, un aspecto aparentemente invisible, pero perceptible en la convivencia cotidiana. Este conjunto de fotografías es conocido como Rostros sin imagen.

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Fotos: Gerardo Nigenda / gerardonigenda.org.mx

Después de aquel primer año aproximándose a la cámara y las imágenes, alejado de lo cotidiano, Nigenda inició un proceso que lo llevaría a una nueva etapa de su producción. Una aventura sensorial en la que el contacto entre su cuerpo y el entorno es percibible tanto en la fotografía como en los títulos.

Se trata de Contactos sublimes, serie creada en 2005 con una selección de paisajes acuáticos. Sus títulos describen la fotografía mediante sensaciones táctiles o sonoras, o sugieren un estado emocional o corporal derivado del encuentro con el mar. En ocasiones resultan más bien metáforas de lo visible.

A partir de este momento Nigenda utilizó, poco a poco, a la escritura braille como un elemento visual más dentro de la impresión fotográfica. Empezó a ubicar las palabras en partes específicas de la impresión en función de los motivos ahí registrados. Esto, siguiendo el orden de izquierda a derecha y de arriba a abajo para permitir la lectura del título aún si las palabras quedaban en líneas separadas.

En ocasiones dejó a un lado la disposición lineal de la escritura para poder imitar o sugerir algunas formas con escritura vertical.

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Fotos: Gerardo Nigenda / gerardonigenda.org.mx

Su siguiente proyecto llegaría en 2007, cuando colaboró en el cortometraje documental «Susurros de luz» de Alberto Reséndiz, para el que fotografió el cuerpo desnudo de una mujer con los ojos vendados. Si en la serie anterior Nigenda era tocado por el entorno, en ésta él toca al otro.

Pero… no es tocarla sino un tocar(se)nos. En ese tocar al otro, Nigenda propone al tacto como una forma de mirar. De lo producido durante dicha sesión, integró la serie Desnudos. El título concreto y visual de su última serie contrasta con lo subjetivo y a-visual de la experiencia relatada en los títulos de sus fotografías. En ellos describe los efectos de ese sutil contacto corporal entre dos personas que no se ven, pero se sienten recíprocamente.

El acomodo del braille en esta serie es el más complejo de toda su obra. En estas piezas no sólo rompió con la disposición lineal de la escritura, sino que en su afán de ubicar palabras en partes específicas, no respetó una secuencia de lectura del título de arriba hacia abajo. También mezcló escritura horizontal y vertical, e incluso llegó a escribir de derecha a izquierda descomponiendo palabras en sus letras.

Casi abandonó al braille como código para volverlo parte de la imagen, aun si eso implicaba dificultar la lectura a los ciegos.

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Fotos: Gerardo Nigenda / gerardonigenda.org.mx

Su último proyecto, inconcluso, surgió de su interés en hacer un ensayo fotográfico sobre las mujeres de Juchitán. Lo inició el Domingo de Ramos de 2010 en un panteón, durante la tradición local que consiste en celebrar a los muertos al comienzo de la Semana Santa. Las pocas fotografías que existen fueron tomadas a tías y primas durante la celebración familiar, y a algunas mujeres en el mercado local.

Esta lectura completa de su producción fotográfica permite identificar, entonces, dos periodos. El primero es una descripción (visual y/o escrita) de su entorno y un (auto)retrato de la ceguera, en los que se ubican sus primeras series, Fronteras y Rostros sin imagen.

Un giro sensorial inició un segundo periodo de su trabajo en el que las sensaciones y emociones resultantes del contacto entre su cuerpo y el entorno detonaron la imagen. Sus últimas series, Contactos sublimes y Desnudos, aproximan al mirador/lector a lo invisible a través de una evocación sensual, sea en sus fotografías y/o en las imágenes que detonan sus títulos.

Gerardo Nigenda falleció el 9 de mayo de 2010 en la ciudad de Oaxaca, a los 43 años.

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