Una buena charla propicia la inventiva. El ir y venir de ideas expuestas en medio de una enriquecedora conversación, deviene en el inevitable momento de creatividad e inspiración. De un encuentro noctámbulo surgió la curiosidad gatuna de dos grandes artistas. Luego nació el gótico tropical que plasmó en papel y película lo cálido de la oscuridad.
Luis Buñuel y Álvaro Mutis son esos felinos nocturnos que a su llegada a la tierra de “La Catrina”, de los alebrijes y las grandes leyendas, el surrealista ombligo de la Luna, México, encontraron el ambiente idóneo para hablar sobre literatura gótica. Europa era la única e incuestionable referencia para muchos.
Buñuel, en uno de varios encuentros mencionó que el gótico era un género europeo. Aseveró que no concebía manera de crear un relato gótico en Latinoamérica. La razón, según el cineasta, era la ausencia de castillos y de un pasado de tradiciones y arquitectura románticos.
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Para Buñuel la tierra cálida era manifestación permanente de vida. Sostenía que la soledad trágica intrínseca de la historia gótica no hallaría sedimento en lo fértil de un terreno. Uno que no evidenciaba lo opresivo de la desolación.
Mutis respondió con más palabras, a modo de novela, con La mansión de Araucaima, obra inaugural del género gótico tropical. Carlos Mayolo y Luis Ospina, los cineastas del parche de Cali o “Caliwood”, no se quedaron atrás y decidieron llevar el género al cine.
El gótico del trópico
Desde su inicio se trató de una propuesta original y autóctona enfocada en rescatar la esencia del relato de terror y fantasía inspirados en el candor del territorio y la cultura latina. La idea consistió en desentrañar de un cúmulo de visiones de lo oscuro, una forma particular de imagen, aunada a una narrativa fiel de la realidad de lo llameante del trópico.
Latinoamérica sonríe a la muerte. Entrelaza lo confuso con lo risueño y a la exuberancia le añade desenvoltura. A mediados de los 70, la ciudad de Cali emanaba un novedoso brillo lóbrego, en sus calles se respiraba cosmopolitismo. La música, literatura y el cine conjuntaban lo rural y lo urbano; lo antiguo con lo moderno.
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Los cineastas querían narrar el nuevo imaginario colectivo. Lo urbano en perpetuo reconocimiento de la tradición rural: la hacienda feudal y los vampiros en el ingenio azucarero. Se trataba de lograr añadir el toque fantástico y misterioso a las narraciones. Se desenterró el pasado de los falansterios, lugares que acogían a «locos», personas inadaptadas y expulsadas del progreso de la ciudad. El feudal los recibía y se creaba un mundo de tal perversión que la inocencia no tenía cabida. Los vampiros en los cañaverales de Luis Ospina
Los cineastas de Cali eran fervientes de las adaptaciones de Roger Corman y George Romero de la obra sombría de Edgar Allan Poe. Luis Ospina se atrevió en su película Pura Sangre de 1978, a narrar la historia de un vampiro genuino. Un anciano enfermo que para mantenerse con vida requería transfusiones de sangre de niños.
El recuerdo de una de los sucesos que más conmocionó a Cali, el del “Monstruo de los mangones”, permitió que las referencias al gótico fueran latentes y bien logradas.
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La furia candorosa de Carlos Mayolo y del gótico tropical
Carne de tu carne de 1983, y La Mansión de Araucaima de 1986. La primera estableció el cine de autor de Mayolo, y su teoría y propuesta sobre el gótico tropical: Narrar La violencia vivida en la década de los 50, bajo la dictadura de Rojas Pinilla, y dotarla de leyendas y mitos tradicionales como la “Madremonte”.
Fue así que surgió un gótico cálido, gélido pero vaporoso. Debido a que la película no se promocionó en Colombia, su llegada a España le confirió la etiqueta de historia “de gótico latinoamericano”. Se trataba de una distinción del género, cuyo ingrediente extra no fue otro que el asomo del miedo latino a la curiosidad por lo oscuro.
En Mamá, ¿qué hago? y en La vida de mi cine y mi televisión, Mayolo reconoce la teoría y fundamenta el origen de dicha visión: el ojo tropical de lo gótico.
Mutis y Mayolo afianzaron su amistad. Prosiguieron otras charlas. El cine se nutrió de las ideas, de la literatura, y por supuesto de las aportaciones y comentarios del escritor y poeta gótico tropical, al cineasta de lo cálido de la oscuridad.