Héctor García, fotógrafo, es un documental que se estrenó en 2007 y reúne más que su obra, la visión del artista y su movimiento en los circuitos de la Ciudad de México. El trabajo fílmico esta creado por Carlos Rodrigo Montes de Oca Rojo.
Hector García, fue uno de fotógrafos mas importares para la vida social y popular del ex DF, de hecho el escritor Carlos Monsiváis lo nombró «El Fotógrafo de la Ciudad». Su trabajo lo hizo ganar varios premios entre ellos: el Premio Nacional de Periodismo (1958, 1968 y 1979); el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el 2002 e ingresó a la Academia de Artes en el 2005.
Con 83 años de edad, el celebrado fotógrafo se ha dedicado por más de 60 años a retratar momentos trascendentes de México, pero sobre todo a capturar en su lente la vida cotidiana de la ciudad que le tocó vivir frente a dos hilos conductores: la pobreza y la marginalidad. Medio siglo después, este documental mexicano acompaña a los artistas Héctor y María García por el centro de la ciudad, a partir de un desafío: filmar el devenir de la Ciudad de México.
La vida de Héctor es tan compleja como divertida, una vida llena de oportunidades.Durante su infancia vendía periódicos, en esa época fue acusado de robo y llevado a la correccional. Ahí conoció a su grandes maestros: Paquita Acosta, Alfonso Quiroz y Gilberto Bolaños quien le regalaría un pequeña cámara fotográfica. Gracias a ellos pudo estudiar en el Instituto Politécnico Nacional.
Muchísimos años después, llegó otro golpe de suerte, y conoció al escritor Manuel Ángel Bayardi quien le ayudaría entrar a la Academia de Artes Cinematográficas. Ahí conoció a grandes figuras como Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, y Manuel Álvarez Bravo.
Como fotógrafo profesional, le toco presenciar varios acontecimientos importantes como el 2 de octubre de 1968.
Ya empezaba a oscurecer y para salvarse no había otra cosa más que correr, y a la carrera, en mi caso, tomar las fotos que se pudieran.
Mientras corría, seguí tomando fotografías, pero el colmo de la temeridad fue que después de ponerme a salvo, en vez de irme a casa o al periódico, volví a la plaza. Fue la suma de todas las situaciones posibles y la cumplí, tal y como años antes lo predijo mi maestro Álvarez Bravo, al preguntarle cuándo uno podría considerarse un verdadero fotógrafo. “Cuando sientas que el revelador y el fijador circulan por tus venas, sabrás que el momento ha llegado” – me dijo –. Y ese instante llegó a mí en Tlatelolco
Mira el documental completo, aquí.