Jim Jarmusch, es un multifacético punk que ha logrado destacar en esa escena durante más de 30 años, sin comprometerse con ningún estudio, presentando cintas en Cannes, editando discos, manteniendo todo el control creativo y creando una escuela estilística por demás reconocible es algo sorprendente. Desde su universitario debut con Permanent Vacation en 1980 a su reciente Patterson (2016) ha demostrado interés por la bohemia, la contemplación y, sobre todo, por los personajes pacientes, fanáticos de la literatura, la cultura pop americana, aburridos de la vida pero al mismo tiempo filósofos parlanchines sin un rumbo fijo en el mundo. Como él.
En la actualidad es fácil hablar de cine y música independiente, cualquier obra que no pertenezca a las grandes empresas se considerada indie, sin importar realmente la forma. La tecnología sin duda ha hecho accesible esto; sin embargo, pensemos en los ya lejanos años setenta y ochenta en los que para materializar una película o una canción de esta forma se requería mucha pasión, tener las herramientas y la determinación de aprender a editar, actuar, escribir, tocar… o lo que fuera necesario. Todo, sin asegurar siquiera que llegaría a un público importante.
UN ADOLESCENTE CANOSO
Tom Waits, el trovador de los perros sin hogar, es amigo y colaborador de Jim Jarmusch, él asegura que parte del genio del director proviene de sus canas prematuras, a los 15 años tenía una frondosa melena gris: “Por eso siempre se ha sentido un inmigrante en el mundo adolescente, un extranjero fascinado”. Ese rasgo físico, su madre reseñista de cine y teatro en un periódico suburbano, una abuela lectora, así como los amigos fascinados con los poetas beats,hicieron que el joven Jarmusch obtuviera una identificación falsa para entrar a los bares y, más importante, para ver películas porno de Andy Warholy otras obras underground que definían la contracultura de finales de los sesenta.
Siguiendo los pasos de su madre, intentó convertirse en periodista; pero el rigor lo desmotivó y, con la intensión de convertirse en poeta, se mudó a Manhattan a estudiar literatura. En su último año tuvo un viaje definitorio, durante unos meses trabajó como repartidor de arte en París, ahí mismo conoció la Cineteca francesa, con lo mejor de la época y la Nouvelle vague en su esplendor.
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De regreso en América, en 1975 se graduó de Literatura en Columbia, pero seguía sin tener un rumbo claro, estaba en la quiebra, pero tenía interés en la cultura punk que empezaba a florecer en New York y en crear imágenes. Con un poco de suerte e insistencia logró ingresar a la escuela de cine, compartiendo aula con Spike Lee y algunos de sus futuros colaboradores. Sin embargo, abrazando el espíritu contestatario de la época y motivado por el director Nicholas Ray—sí, el de Rebelde sin Causa (1956)— gastó los fondos con los que debía pagar su colegiatura y dar por terminada su formación escolar, para realizar la cinta experimental Permanent Vacation.
LOS PUNKS PERDIDOS
Se dice que el punk gringo explotó en 1977 en el CBGB de New York, y mientras todos sentían la necesidad de agarrar una guitarra, un micrófono y gritar enojados, algunos otros como Jim Jarmusch optaron por tomar una Super 8 y filmar como se pudiera. Así armó Permanent Vacation, lo que le serviría como credencial para juntar fondos y montar Stranger Than Paradise en 1984, una comedia pausada en la que 2 hipsters y la prima húngara de uno de ellos recorren las carreteras americanas, de Nueva York a Florida. Su trama minimalista, con humor seco, absurdista, con largas tomas en blanco y negro, con presupuesto y personal limitado, le valieron el reconocimiento del Festival de Cannes, donde ganó la Caméra d’or.
Su gusto por los vagabundos hiperletras continuó en Down by Law (1986), donde Tom Waits, John Lurie y Roberto Benigni escapan de una cárcel en New Orleans para cruzar el bayou sin destino claro. Es aquí donde su musicalidad destaca, considerando que los 2 protagonistas americanos son también compositores en la vida real; de igual forma, el humor simplón del italiano Benigni funcionó como divertido contrapunto a la rasposa voz y actitud de Waits.
La música, la cultura americana profunda, la visión de un extranjero y los viajes sin destino final son elementos que encontramos claramente en sus siguientes cintas. En la menospreciada antología Mystery Train (1989) participa el mismísimo Joe Strummer de The Clash, y una de las historias nos presenta a una pareja de japoneses obsesionados con Elvis Presley. Mientras que a Night on Earth (1991) es una serie de viñetas al interior de taxis en distintas ciudades del mundo.
LITERATURA VIOLENTA
Sería hasta Dead Man (1995) cuando Jarmusch tendría un presupuesto importante (9 millones de dólares) y grandes actores (Johnny Depp, Robert Mitchum) para alejarse, no demasiado, de su temática. El protagonista es un contador del siglo XIX, su nombre: William Blake, una referencia directa al autor de El matrimonio de Cielo e Infierno (1790), libro que es mencionado en varias escenas. Llena de frases profundas, diálogos proverbiales, paisajes oscuros, música de Neil Youngy alusiones a los nativos americanos; la trama se convierte en una travesía surreal, con violencia onírica, razón por la que fue descrita como un Western psicodélico.
El agresivo y letrado viaje espiritual siguió con Ghost Dog: The Way of the Samurai (1999), en la que un asesino de la mafia rige su vida con el Hagakure, el ancestral código samurái. Mucho menos intensa que la anterior, pero con rasgos autorales reconocibles, los noventa fueron una etapa menos prolífica para Jarmusch sin embargo, es importante por la diversificación temática que logró, además de marcar su primer acercamiento con la fama; así como su eventual alejamiento.
VANGUARDISMO ANACRÓNICO
Para inicios de milenio, Jim Jarmusch sufría un bloqueo creativo, habría sido fácil quedarse con las glorias de su juventud y quedarse como ícono indie de los ochenta y noventa. Pero con tal de superar este bache de ideas, armó Coffee & Cigarrettes (2003), una serie de 11 viñetas en las que diferentes personajes conversan mientras toman café y fuman. Algunos de los cortos datan de 1989 de hecho, el segmento de Iggy Pop y Tom Waits ganó la Palm d’Or como cortometraje en 1993. Aunque el resultado es francamente disparejo, funcionó para reactivarlo y para que conociera al protagonista de su próximo proyecto, otro estandarte del cine independiente: Bill Murray.
Tom Waits: Intérprete de personajes delirantes y ladrón de escenas
Wes Anderson y Sofia Coppola eran la nueva generación de cineastas independientes, ya se habían encargado de revivir la carrera de Murray con su personalidad irónica, seria en apariencia, en eterna duda, avejentada pero siempre cool. Como vemos, esa descripción encaja a la perfección con los perfiles de Jarmusch, así que Broken Flowers (2005) fue un matrimonio hecho en el cielo. El filme no solo amalgamó el estilo de ambos, sino que fue un éxito con la crítica y representó un triunfo comercial para Jim Jarmusch, quien incluso formó su propia productora y se colocó nuevamente como referente en la independencia.
Inspirado y con total libertad creativa, filmó la contemplativa The Limits of Control (2009), una historia de crimen sin acción real, más bien reflexiva. Como es de esperarse, fue un fracaso en taquillas, pero ese no era su objetivo, este era un experimento que dejó en claro las ideas de Jarmusch en esta nueva etapa.
Las historias de sus recientes 3 películas no abordaban la tecnología como la mayoría de los productos dosmileros. Al contrario, en Coffee & Cigarrettes lo principal es la plática frente a frente, en Broken Flowers, aunque el protagonista hizo dinero en la computación, se dedica a ver películas viejas, además de que todo lo detona una carta debajo de su puerta. Mientras que el solitario asesino de The Limits of Control tiene un fetiche con las cajas de cerillos. Estos anacronismos se harían más notorios en sus siguientes filmes: Only Lovers Left Alive (2013) con los vampiros bibliófilos, aficionados a los acetatos y a los autos viejos… totalmente fuera de tiempo, de otra época, literalmente. Lo mismo sucede en la poética Paterson (2016), en la que un conductor de camión se dedica a escribir en su libreta mientras ve el paisaje. En estas dos Jim Jarmusch utilizó un tratamiento especial para que la cinta luciera más vieja, a pesar de ser filmada en cámara digital.
Aunque en apariencia todos sus filmes tratan ideas similares, el verdadero secreto de su genio radica en la demoledora y positiva frase que declaró en 2004: “Nada es original, roba de cualquier sitio que te resuene con inspiración o alimente tu imaginación… Escoge solo cosas para robar que le hablen directamente a tu alma. Si haces esto, tu trabajo (y robo) será auténtico”. Esta síntesis de su filosofía explica la razón por la que podemos relacionarlo con libros de todos los géneros, con la música —como entusiasta y compositor—, fanático de culturas del mundo, con sentido de la moda, moderno, multifacético y, sobre todo, ¡auténtico!
Pocos directores logran hacer una carrera completa en la independencia, la mayoría pierde la garra juvenil, el espíritu punk y terminan consumidos por la fama, por los grandes estudios (coff coff Tarantino o David O. Russell). Quizá su versatilidad hace que aún a los 60 años sea un referente del cine independiente, sin compromisos, relajado, con una gran influencia, por lo que podemos encontrarlo haciendo cameos en los Simpson o Bob Esponja, dirigiendo videos para los Raconteurs, haciendo documentales como regalos personales —Gimme Danger (2016) a Iggy Pop y Year of the Horse (1997) para Neil Young—, haciendo música original, remixes o hablando de bandas nuevas.
Su primer disco con Jozef van Wissem se titula Concerning the Entrance into Eternity (2012), y aunque un verdadero punk sabe que no hay futuro, a veces sin querer se logra la entrada a la eternidad. Larga vida a Jim Jarmusch, en todas sus facetas.