Las calles estaban paralizadas, decenas de personas, en su mayoría jóvenes, habían tomado la esquina de Génova y Londres y no se moverían hasta ver concluido el evento.
Todo era planeado. Poco antes se corrió la noticia de la acción: “La tarde del jueves 8 de junio se presentaría en la Zona Rosa el Mural Efímero”.
Los medios y el público esperaban expectantes. Los comerciantes decidieron cerrar, pues las personas se dividían y empezaba el vandalismo. Algunos estaban a favor de la “ruptura” que proponía la acción y otros querían conservar el viejo orden.
La protesta artística era contra los muralistas, contra la institución que hicieron del arte hecho en México. De un instante a otro todo comenzó. Entre la multitud y al parecer escoltado por un grupo de mujeres con playeras serigrafiadas, salió el hombre que había orquestado la irreverencia.
Subió al edificio y se colocó en la azotea para develar la imagen. En ella, un dibujo con su retrato y firma. Su nombre: José Luis Cuevas. El año, 1967.
José Luis Cuevas tenía 33 años cuando realizó este performance y gozaba de una fama importante en Estado Unidos y México. Su pugna contra la escuela mexicana de pintura lo había colocado en el ojo del huracán y no perdió oportunidad para sacar provecho de ello.
La idea del Mural Efímero surgió cuando José Luis veía la película Born Yesterday (1950). En ella se cuenta la historia de una secretaria que para encontrar la fama rentó un espacio publicitario en el que colocó su foto y nombre.
La idea le pareció esplendida y emprendió el proyecto para exponerlo en Estados Unidos, pero no encontró espacios disponibles y se trasladó a la Ciudad de México, donde el proyecto conectaba mejor con su posición antimuralista.
Cuevas declaró al respecto: “Mi mural solo existirá durante un mes y después será destruido. ¿No es acaso un acto de modestia frente a la soberbia de Siqueiros?”. El mural, además, se realizó en dos semanas y fue hecho por un pintor amateur.
Primero pensó en realizar una pieza humorística, pero debido a La guerra de los Seis Días, Cuevas decidió hacer “una alusión a la defensa del heroico pueblo de Israel”.
ENFANT TERRIBLE
El callejón del triunfo, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, concentraba un mundo miserable con todo tipo de fauna urbana: prostitutas, pordioseros y teporochos. Es en ese barrio en el que creció José Luis Cuevas y de donde extrajo, a muy temprana edad, su inspiración: las manifestaciones populares.
A los 14 años conoció a Mireya, mujer que posó desnuda para él y lo inició en la vida sexual. En esa época Cuevas estaba influido por Orozco, el caricaturista, no el muralista, el de la primera etapa, aquel que retrataba el México barrio bajero. Cuevas rápidamente encontró su vocabulario y ya nunca se separó del mismo.
JOSÉ LUIS CUEVAS, EL ENFANT TERRIBLE
En su trabajo se nota la influencia de Goya y Picasso y, como este último, trabajó la figura humana y la gráfica, insertándose en lo que se ha llamado neofigurativismo. También, a la manera de Rembrandt, realizó autorretratos toda la vida.
Dibujó siempre, todo el tiempo, en todos lados, pues para él, el dibujo era la parte inteligente de la creación. También pintó, grabó y esculpió. No admitía interrupción cuando trabajaba, incluso ni siquiera escuchaba música clásica. Con el paso del tiempo su obra se hizo abstracta y, en su última etapa, colorida.
Siendo aún joven, Cuevas, decidió visitar el manicomio de La Castañeda para realizar dibujos de los internos: enfermos mentales y ninfómanas principalmente. Esto lo marcó para siempre. También ahí conoció a su mejor aliada y futura esposa: Bertha Riestra, mejor conocida como: Bertha Cuevas.
LA CORTINA DE NOPAL VS NO HAY MÁS RUTA QUE LA NUESTRA
La Generación de la Ruptura fue llamada así (algunos dicen que por Juan García Ponce, otros que por Teresa del Conde) por el rompimiento que hicieron con la Escuela Mexicana de Pintura, que encabezaban Rivera, Siqueiros y Orozco, pero que defendía principalmente Siqueiros.
José Luis Cuevas es, quizá, el más polémico y conocido de todos los que integraron aquella ruptura, ¡y vaya que surgieron artistas importantes en este movimiento! A los 19 años y gracias a su primera exposición, en la que por cierto, el modesto catálogo de la misma fue escrito por el artista ruso Vlady, José Luis fue invitado por el promotor cubano José Gómez Sicre a exponer en la galería Unión Panamericana, en Washington.
Así inició la subida de una interesante carrera que utilizó los medios para impulsar su obra. El éxito fue tal, que incluso Picasso le compró una obra.
Cuevas se codeaba con los grandes: Buñuel, García Márquez, Rulfo, Octavio Paz. Incluso se dice que la Zona Rosa fue bautizada por él mismo. Y es que José Luis gozaba de un gran carisma y el don de la palabra y por ello confrontó a la generación oficialista sin reserva.
En 1958, en una revista publicada en Nueva York, Cuevas escribió el primer manifiesto en contra del muralismo, lo tituló: La cortina de nopal.
Era defensor de los valores del arte, pues aseguraba que el arte solo debe dar cuenta de sí mismo y además consideraba que la obra de los muralistas había sido demasiado manoseada por el oficialismo, desde entonces, los artistas mexicanos le debían un eterno agradecimiento (él mismo lo declaró), gracias a él, ahora eran más conocidos en el mundo.
CUEVAS EL MUSEO Y EL ESCRITOR
Un día, en un programa de televisión, Cuevas describió un proyecto en el que donaría, al pueblo mexicano, la colección de obra latinoamericana de la que era dueño. Solo había sido una idea, pero el espacio público detonó la acción. Desde principios de los setenta, José Luis tenía la inquietud de fundar un museo, pero no fue hasta que su esposa armó el plan y echó manos a la obra para que sucediera.
Compraron una vecindad, en el centro de la ciudad de México, que antes había sido el Ex Convento de Santa Inés, y ahí lo instalaron. Al centro del museo colocaron la primera gran escultura que había diseñado (no esculpido), La Giganta. Una obra enorme y extrañamente erótica daba la bienvenida.
El museo José Luis Cuevas fue inaugurado en 1992 por el presidente Salinas. Al poco tiempo, dejando una gran huella, Bertha murió de cáncer. La gran impulsora del recinto.
LA HISTORIA DE LAS COLABORACIONES DE SILVIA PINAL CON LUIS BUÑUEL
Por otro lado, todos los lunes, en El Universal, por poco más de 6 años, uno podía insertarse en un mundo erótico, sensual e imaginario con “El Cuevario”, la columna de Cuevas. Un planeta literario traducido del mundo visual de José Luis Cuevas. En estos textos, entre verdad y ficción, se contaban divertidas historias de amores sin recato. Cuevas era un buen narrador, que no mentía, pero sí inventaba.
UNA VIDA POLÉMICA DE UN VERDADERO ARTISTA
Hace poco tiempo se publicó, en diferentes medios, la noticia del descubrimiento de cartas en donde Cuevas le daba instrucciones al cubano José Gómez Sicre sobre cómo debía escribir los textos que luego serían publicados a su nombre.
José Luis y sus hijas desmintieron el asunto, pero la intriga quedó en el aire lastimando la imagen del artista irreverente. La vida y carrera de Cuevas siempre se vieron inmiscuidas en la polémica, iniciada desde su confrontación pública con los muralistas pasando por sus declaraciones altivas e irrespetuosas.
EL INMORTAL DE JORGE LUIS BORGES
En el mundo del arte José Luis Cuevas era visto como un dandy y por su actitud ganó el mote del “Niño terrible”. Fue y será un personaje interesante que supo sacar partido de su mediatez para la fama pero, en algún sentido también, ensombreció su trabajo. Un trabajo esplendido de un mundo sórdido, extraño y crudo.
Un claroscuro artístico inigualable, único, solo suyo, que al final del proceso encontró el color gracias a la pintora y segunda esposa de José Luis, Beatriz del Carmen. Beatriz fue acusada, por las hijas de Cuevas (otra de las polémicas), de secuestrar al artista, lo que sin duda generó una nueva perspectiva en la creación artística de José Luis. Hoy José Luis Cuevas ha muerto y eso entristece, pero también impulsa.
Nos hemos quedado sin el padre rebelde y el hijo contestón, sin el artista performancero erótico y liberal. Sin otro más de los artistas hartos. En fin, eterno descanso y paz en el Cuevario para el enfant terrible.
Jonathan Farías Carrillo
Artista multidisciplinario, realiza arte acción, dibujo, gráfica, instalación, fue cantante del grupo de música alternativa: “Mercado Verde Crew”, es gestor cultural, licenciado en diseño gráfico y actualmente y casi por finalizar, estudiante de Artes Visuales en la Universidad Veracruzana. Desde hace poco más de tres años Jonathan se ha dedicado a escribir en diferentes medios sobre arte contemporáneo.