Hoy día, cada vez que se habla de Tepito se hace hincapié en que se trata de un lugar más allá de la violencia, el narcomenudeo y la delincuencia, una necesidad impetuosa de recalcar que un barrio es más de lo que se habla de él cotidianamente. Sin embargo, hay historias que no necesitan esa aclaración sobre uno de los lugares más emblemáticos de la Ciudad de México. La vecindad más antigua de Tepito es memoria viva, una historia arquitectónica sin fin dispuesta a recrear y conservar el pasado.
El cine de oro revistió muchos de sus metrajes con locaciones dentro de las vecindades de la época, muchas de ellas hoy día han sido sustituidas por multifamiliares llamados “hormigueros” pero en la calle Fray Bartolomé de las Casas #13, el tiempo se ha detenido haciendo frente al proceso de gentrificación que sufre la ciudad resistiendo desde la conservación de un pasado negado a ser abandonado.
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La vecindad más antigua de Tepito fue construida en 1713 y la leyenda más aceptada acerca de su origen es la de todas las vecindades: su edificación obedecía a un uso de suelo en forma de convento que más tarde fue abandonado y empleado para dar habitación a las familias numerosas con cuartos de techo alto a los que se les pudiera adaptar tapancos y conformar áreas comunes donde se compartían más que lavaderos.
Este lugar se ha ganado a pulso el título de la vecindad más antigua de Tepito por el tiempo que ha visto correr desde sus paredes altas y las conocidas escaleras a mitad de patio. Es la única que conserva sus lavaderos de cantera rosa a pie de piso y también es nombrada “La Capital del Cilindro” ya que alberga el único taller de organillos en la Ciudad de México donde habita Silvia Hernández Cortés, dueña de un departamento del que a diario salen organilleros con instrumentos alquilados a musicalizar el espacio sonoro de la capital.
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Sobreviviente al sismo del 85 por la espectacular arquitectura, la vecindad más antigua de Tepito se mantiene de pie gracias al soporte histórico y emotivo de sus habitantes. En la actualidad este lugar es acompañado por el Deportivo Maracaná, llamado así porque entre 1976 y 1977, tuvo lugar un partido entre jugadores brasileños contra la selección de Tepito que obtuvo un empate de 2-2 pese a las diferencias de preparación deportiva.
La vecindad más antigua de Tepito ubicada en Bartolomé 13, compite con otro inmueble ubicado en la calle de Peralvillo #15, mismo que fue declarado Patrimonio Histórico y Cultural por el INAH en 1981. Comparte leyendas también con la casa habitación ubicada en Jesús Carranza #6 donde se presume falleció el famoso grabador José Guadalupe Posada, autor de la famosa Catrina Garbancera y por quien se colocó una placa conmemorativa afuera del inmueble en el año de 2013.
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Las vecindades han sido señaladas como espacios de chisme, pleitos vecinales y cunas de problemas sociales como la delincuencia o el abuso de sustancias. Sin embargo, las historias nacientes dentro de esos lugares no obedecen a un patrón general, la diversidad de sus personajes le arrancan el estigma de espacios de baja categoría con habitantes conflictivos.
Tepito se ha atrincherado para resguardar y preservar la memoria histórica de sus calles, su comercio y la fama de bravura. Más allá del estigma y la etiqueta mal lograda al paso de los años, sus inmuebles conservan un cacho de historia que habla más allá de lo que puede verse en televisión y redes sociales.
Stephanye Reyes
Periodista en deformación. Humana por imposición, bruja por elección. Ojos defectuosos pero talentosos. Hago fotografía de todo lo que mis miopes ojos ven: Ig:bruja_amapola
