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LADY PINK: LA PRIMERA Y AUTÉNTICA DAMA DEL GRAFFITI

Ser mujer en un campo dominado por los hombres nunca es un camino fácil hacia el éxito. Aunque tener un talento innegable es esencial; por desgracia no es suficiente si quieres competir con los hombres; especialmente en el mundo del arte del graffiti. Por eso es tan impresionante e inspirador que Lady Pink no sólo haya sido capaz de competir con algunos de los artistas masculinos más conocidos y exitosos, sino que los haya dominado a todos.

Lady Pink (nacida como Sandra Fabara, 1964) nació en Ambato, Ecuador, y se crió en la ciudad de Nueva York. La graffitera, muralista y artista plástica es conocida como la Primera Dama del Graffiti; y es una rara figura femenina en el mundo del arte callejero, dominado por el género masculino.

Aquel espacio en la cima no fue en absoluto regalado a Lady Pink, sino que tuvo que dejarse la piel para hacerse un hueco y consolidar su talento en la década de 1970; cuando comenzó su andadura artística. Lady Pink no fue siempre una figura de culto.

Su carrera como graffitera comenzó a finales de los años 70, colándose en las estaciones de metro y rayando trenes. De hecho, era una adolescente en 1979, taggeando el nombre de su ex novio en las paredes de la ciudad de Nueva York; cuando su pasión y carrera como artista se pusieron realmente en marcha.

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A principios de la década de 1980, Pink pintó trenes del metro y en 1982 tuvo un papel protagonista en la película «Wild Style» (Charlie Ahearn), un filme pionero que documentaba la cultura del hip hop y el graffiti en la década de 1980.

Todavía estaba en la escuela cuando Lady Pink empezó a exponer su obra en galerías de arte; y a los 21 años tuvo su primera exposición individual. Desde entonces, su obra se ha exhibido en importantes colecciones de todo el mundo, como el Museo Whitney, el MET de Nueva York, el Museo de Brooklyn y el Museo de Groninga de Holanda.

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En una época en la que las mujeres graffiteras eran escasas, Lady Pink puso su feminismo en primer plano, tanto a través de su nombre como de su obra. Su nombre es fruto de su amor por los romances históricos victorianos y su deseo de abrazar la feminidad asociada al color rosa.

La feminidad no es sólo un obstáculo -aunque ha habido obstáculos-; sino también una enorme fuente de empoderamiento y fuerza en la obra de Lady Pink. El hecho de ser una artista femenina fuerte no sólo se refleja en su estilo y se inspira en su educación; sino que también es una parte integral de lo que es como artista y como persona.

Además de crear arte y organizar exposiciones en todo el mundo; Lady Pink también dirige una pequeña empresa de murales con su marido artista. A través de ella, crean enormes obras de graffiti por toda la ciudad de Nueva York. También comparte sus décadas de experiencia organizando talleres de murales para jóvenes artistas y dando conferencias a estudiantes universitarios.

Lady Pink nunca ha sido de las artistas que se sientan y pasan desapercibidas. Su personalidad de adolescente, que buscaba emociones, sigue influyendo en su actitud y en su trabajo como adulta y posiblemente como una de las graffiteras más famosas y exitosas del mundo.

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