Hace 59 años Dylan, el poeta musical, arribó por sorpresa a la suite donde Los Beatles se hospedaban tras un tumultuoso concierto. Llevaba consigo cannabis y el firme propósito de iniciar al cuarteto de Liverpool en el camino de la música de tintes psicodélicos, es aquí donde comienza la historia que envuelve a Los Beatles, Bob Dylan y la marihuana.
Aquel 28 de agosto de 1964, la apacible poesía melódica del gran Dylan adormiló el frenesí juvenil de Los Beatles. Después de una escandalosa presentación, cientos de seguidores, tanto en los alrededores del hotel como a través de miles de llamadas telefónicas, asediaban a los talentosos músicos.
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La privacidad de los «chicos maravilla» se vio interrumpida únicamente por alguien a quienes ellos admiraban: gracias a la oportuna intervención de Al Aronowicz, un periodista reconocido y amigo de Dylan, la reunión tuvo efecto. Uno positivo y duradero.
La admiración era mutua, y se percibía en la contestación que Dylan tenía para cada llamada que recibían en la habitación, «Hola, habla la beatlemanía».
La histeria juvenil provocada por el fenómeno musical de los Fab Four, ocasionaba que sus seguidores hicieran de todo para verlos. De igual modo, ellos se esforzaban en evitar las aglomeraciones, que eran parte de su vida diaria.
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La necesidad de crear una contraseña para lograr hablar con ellos, volvió casi inaccesible la comunicación de personalidades de la música, el cine, la política, el deporte y fanáticas adineradas, con los ídolos del momento.
Contrario a lo que se piensa sobre las bebidas que consumen los músicos famosos, esa tarde Dylan pidió tomar vino, no importara que fuera barato. John Lennon encargó unos de la tienda más cercana, ya que solamente tenían champagne y whisky escocés.
Los Beatles, Bob Dylan y la marihuana
Una vez solos, Dylan sacó del bolsillo de su abrigo una llamativa bolsa de marihuana. Surgieron entonces las miradas de extrañeza entre Los Beatles, y enseguida la confesión de no ser consumidores.
La sorpresa de Dylan fue instantánea: «Yo estaba convencido que sí. Entonces ¿De qué trata su canción?».
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La razón principal del encuentro para Bob, fumar la planta y charlar entre cada bocanada de humo, resultó ser una suposición malentendida. El autor de Like a Rolling Stone, estaba seguro de que en la canción «I want to hold your hand» decían «I get high, I get high». De inmediato, le aclararon que la letra decía: «I can’t hide, i can’t hide».
El agradecimiento y entusiasmo a tan amable ofrecimiento vino acompañado por la urgencia de fumar. En una habitación contigua las diez manos virtuosas cubrieron con toallas las puertas, para evitar filtraciones de humo y olor.
Con una notoria torpeza, Dylan intentó armar un porro adhoc para la ocasión. Minutos después, el turno de prenderlo y darle el primer jalón fue brindado a John, quien enseguida se lo pasó a Ringo.
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Lennon comentó con gracia: «Él es nuestro catador, nuestro conejillo de Indias». Y con la misma gracia Ringo sonreía mientras fumaba el porro cual si fuera un cigarro de tabaco. Sólo unos instantes después, las risas y el humo inundaron la habitación.
Fumaron, charlaron y se rieron durante horas. El tiempo se diluyó como en cualquier experiencia grata que trae consigo la música, y claro, la marihuana.
Las versiones y opiniones al respecto de ese fortuito encuentro fueron diferentes entre sí, pero todas ellas reparaban en lo placentero del encuentro, entre la música y con la planta.
Para Ringo fue algo fabuloso, mientras que John contaba que se rieron toda la noche. Paul creyó que por fin había encontrado el sentido de la vida, y quiso atrapar el momento en una hoja de papel.
En lo sucesivo, Los Beatles tuvieron más e individuales experiencias con la cannabis, como la composición de Rubber Soul por parte de Lennon, y Got to get you in my life, de la autoría de Paul, ambas consideradas como odas al porro. También optaron por consumir otras sustancias.
Paul fue arrestado en Tokyo por portar una generosa bolsa de marihuana, y detenido en su automóvil que exhalaba humo vacilador por un policía que priorizó su fanatismo y lo dejó ir.
La admiración mutua entremezcló ideas, perspectivas y estilos. Proveyó de revolución a un Dylan tranquilo, y apaciguó la euforia de un cuarteto de jóvenes que seguirían experimentando. Sólo que ahora desde otro plano, uno en el que a pesar de haber tanto humo, no nublaría sus caminos.
¿Conocías la relación entre los Beatles, Bob Dylan y la marihuana?
Miguel Ángel Sosa Arzate
Miguel Sosa, fotógrafo y reportero.