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Los mejores cuentos cortos de viernes 13: ¿día de suerte o de muerte?

En la cultura occidental el viernes 13 es considerado un día de mala suerte. Son muchos los que evitan viajar, hacer planes o negociaciones debido a la superstición que ronda esta fecha por temor a enfrentarse a eventos inesperados y terroríficos que modifiquen por completo su vida. Los cuentos cortos de viernes 13 son una pequeña introducción al miedo que gira en torno a este emblemático día.

Se crea o no en las supersticiones o leyendas, lo cierto es que la cultura popular ha dejado a lo largo de la historia, huella sobre este día y los cuentos cortos de viernes 13 te pueden arrebatar un buen susto creas o no en los malos augurios.

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Golpes en el coche

Una familia, compuesta por dos pequeños y sus padres, viajaban por carretera en pleno viernes 13 cuando el coche se les averió. Los padres salieron a buscar ayuda y, para que los niños no se aburrieran, les dejaron con la radio encendida. Cayó la noche y los padres seguían sin volver cuando escucharon una inquietante noticia en la radio: un asesino muy peligroso se había escapado de un centro penitenciario cercano a donde se encontraban y pedían que se extremaran precauciones.

Las horas pasaban y los padres de los niños no regresaban. De pronto, empezaron a escuchar golpes sobre sus cabezas. “Poc, poc, poc”. Los golpes, que parecían provenir de algo que golpeaba la parte de arriba del coche, eran cada vez más rápidos y más fuertes. “Poc, poc, poc”. Los niños, aterrados, no pudieron resistir más: abrieron la puerta y huyeron a toda prisa.

Solo el mayor de los niños se atrevió a girar la cabeza para mirar qué provocaba los golpes. No debería haberlo hecho: sobre el coche había un hombre de gran tamaño, que golpeaba la parte superior del vehículo con algo que tenía en las manos: eran las cabezas de sus padres.

“¿Has subido a ver a los niños?”

Una adolescente estaba cuidando por primera vez a unos niños en una casa enorme y lujosa. Acostó a los niños en el piso de arriba, y, cuando apenas se había sentado delante de la televisión, sonó el teléfono. A juzgar por su voz, el que llama es un hombre. Jadea, ríe de forma amenazadora y pregunta: “¿Has subido a ver a los niños?”.

La niñera cuelga convencido de que sus amigos le están gastando una broma, pero el hombre vuelve a llamar y pregunta de nuevo: “¿Has subido a ver a los niños?”. Ella cuelga a toda prisa, pero el hombre llama por tercera vez, y esta vez dice: “¡Ya me he ocupado de los niños, ahora voy a por ti!”.

La joven estaba verdaderamente asustada. Llamó a la policía y denuncia las llamadas amenazadoras. La policía le pidió que, si volvía a llamar, intentara distraerle al teléfono para que les diera tiempo a localizar la llamada.

Como era de esperar, el hombre llamó de nuevo a los pocos minutos. La adolescente le suplicó que la dejara en paz, y así le entretuvo. Él acaba por colgar. De repente, el teléfono sonó de nuevo, y a cada timbrazo el tono era más alto y más estridente. En esta ocasión, era la policía, que le dio una orden urgente: “¡Salga de la casa inmediatamente! ¡Las llamadas vienen del piso de arriba!”.

El loco bajo la cama

Este es una de los cuentos cortos de viernes 13 más valiosas del top. Una joven llamada Sara, de pequeña tenía miedo a la oscuridad, hasta que adoptó a un perro que le hacía compañía. Durante años, Sara dormía tranquila porque sabía que bajo la cama estaba su perro, y si tenía miedo solo tenía que extender la mano: entonces, el perro empezaba a lamerla hasta que se quedaba dormida.

Así pasaron los años y Sara se hizo adulta. Una noche de viernes 13, escuchó en la radio que cerca de su localidad estaban en busca y captura un asesino muy peligroso. Sara, acompañada de su perro, no tenía miedo. Se metió en la cama, extendió la mano hacia el borde y el perro, como todas las noches, empezó a lamerla.

Durmió de filo toda la noche y al despertar, le sorprendió que el perro no se hubiera cansado de lamerle la mano en toda la noche, o eso creía. Al abrir los ojos, encontró al perro muerto sobre el suelo de la habitación. Bajo la cama, un hombre seguía lamiéndole la mano.

Yoduloso

Hace unos años, en un campamento, hubo un grupo de jóvenes que, durante una excursión, se perdió. Tras varias horas perdidos, encontraron a un hombre solitario: llevaba un hacha a la espalda y no les daba buena espina pero, desesperados, le preguntaron cómo se llegaba al pueblo. A pesar de la primera impresión, el hombre resultó ser muy agradable: les dijo que se llamaba Yoduloso y les acompañó hasta el pueblo, donde se despidió. Antes, se tomó una foto junto a los jóvenes quienes lo pidieron en señal de agradecimiento. 

El grupo de jóvenes contó en el pueblo que el hombre que los había llevado hasta allí se llamaba Yoduloso, pero los vecinos de la localidad dijeron que aquello era imposible. El único Yoduloso que había habido en el pueblo falleció hace más de 100 años, y murió de una forma horrible: un grupo de niños jugaba a la pelota y se le escapó, y Yoduloso fue a por ella. Llevaba un hacha en la mano y tuvo la mala suerte de tropezar y cortarse su propia pierna. Murió desangrado.

Los jóvenes escucharon incrédulos y pensaron que, incluso a pesar de las coincidencias del nombre y de que aquel señor también llevaba un hacha, era imposible que se tratara de la misma persona. Sin embargo, cuando revelaron aquella foto que se habían hecho al llegar al pueblo, se percataron de algo que les hizo cambiar de parecer: Yoduloso había desaparecido de la fotografía. Sin duda, un espeluznante relato de la lista de cuentos cortos de viernes 13.

Un cadáver en la cama

Un grupo de amigas había decidido salir a vacacionar para pasar unos días libres. Se registraron en el hotel y subieron a su habitación a dejar el equipaje, pero notaron un olor peculiar, como si se les hubiera olvidado sacar la basura o no hubieran tirado de la cadena del váter. Sin embargo, todo parecía estar en orden, así que se fueron y no volvieron hasta la última hora de la noche.

El olor había empeorado notablemente a lo largo del día y ya era casi insoportable, de modo que llamaron a mantenimiento para que localizara su origen. La persona que les mandaron miró debajo de las camas, dentro de los armarios, incluso olfateó los desagües y las ventilaciones, pero no pudo encontrar la fuente del olor. Al final, limpiaron la habitación con generosas cantidades de productos perfumados, pusieron la ventilación al máximo y desearon las buenas noches al grupo de amigas. La peste estaba, por el momento, enmascarada, y como ellas estaban agotadas, se fueron a la cama. Una de ellas escondió la cartera debajo del colchón, como acostumbraba a hacer en los hoteles.

Todas durmieron hasta bien entrada la mañana: grandes rayos de sol entraban ya en la habitación, caldeándola en extremo. El hedor seguía presente y más potente que nunca. Una de las mujeres, ya bastante irritada, volvió a llamar al departamento de mantenimiento para quejarse. Luego llamó al director del hotel para quejarse un poco más. Un pequeño ejército de personal de dirección y mantenimiento se presentó en breve, y una vez más, rebuscaron por todas partes sin resultado. Sin embargo, todos estuvieron de acuerdo en que el olor era inaguantable, así que dirección ofreció cambiar a las amigas de habitación.

Recogieron sus cosas para bajar al vestíbulo, pero cuando la chica que había escondido la cartera hurgó debajo del colchón, tocó algo que parecía sospechosamente una mano humana. Quitaron el colchón de encima de la cama y ahí, en un hueco entre los muelles de la base de la cama había un hombre muerto. Era evidente que lo habían asesinado en la habitación y el asesino lo había escondido entre el colchón y la base. Había recortado una parte de los muelles del somier para que el cuerpo no formara un bulto en la cama.

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¿Qué te parecieron estos cuentos cortos de viernes 13? Este día, no salgas de casa y mejor quédate en casa a leer más sobre historias terroríficas.

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