- Para el tizo, grifo o pacheco no hay peor marihuana que la que no se fuma. Aunque la utopía pacheca sea siempre desear viajar con la marihuana pelirroja, su mensaje es: mírame, fúmame y rólame.
- El uso y consumo de la marihuana en la vida cotidiana de nuestra sociedad capitalista es un secreto a voces. Su mensaje está en todas partes: en los camiones guajoloteros: “Para crecer fuerte y sano, fúmate un porro temprano”; en las paredes de la ciudad: “Nosotros los marihuanos somos guadalupanos, no pinches comunistas putos”; en los conciertos de rock, cuando Alex Lora dice a la banda: “No se olviden de aquel viejo refrán que encierra gran sabiduría: ¡Ojo rojo, corazón contento!”; en los mítines frente a la Secretaría de Gobernación: “Con kilos se los llevaron, con kilos los queremos”.
- La sociedad capitalista, incluyendo México, siempre se ha horrorizado por la contaminación de la “plaga de la droga” en las masas urbanas, olvidándose por completo que si nació y se propagó fue gracias a ella. El consumo en masa de la droga es la expresión de la miseria real y la protesta contra esa miseria real. La farmacodependencia y el narcotráfico son dos invenciones hiper-rentables para el capitalismo utilizadas para garantizar su perennidad. La definición de la droga en la sociedad contemporánea es la represión. Walter Leamy de la INTERPOL, confirma cínicamente lo anterior al declarar recientemente: “la represión es cada vez más eficaz en los países de América Latina”.
- La represión hacia la droga se manifiesta de la siguiente manera: “Los judiciales buscan la hierba por todos lados buscan el cemento sueñan con cemento ven tiner por todos lados en todos lados encuentran el cemento cada uno de los habitantes de Neza y Anexas (=México) trae hierba y similares los judiciales buscan la hierba los judiciales traen pistola los judiciales pegan con la cacha para los judiciales todo el mundo trae drogas para los judiciales en Neza y Anexas todo el mundo trae drogas” José Cueli, Neza y Anexas, Diógenes, 1985.
- Para el estado capitalista el abuso en el consumo de drogas es uno de los problemas de salud más graves hoy en día, pues, en su opinión, el uso propio o impropio de las drogas representa un daño que se hace el hombre a sí mismo y por ende a la sociedad, sin embargo no explican por qué es perjudicial ni tampoco quién determina esto ni sobre qué bases se fundamenta. A LA SOCIEDAD BURGUESA SOLO LE INTERESA LO QUE EL INDIVIDUO SE HACE A SI MISMO Y NO LO QUE LA SOCIEDAD BURGUESA LE HACE AL INDIVIDUO. El capital y el Estado comparten una oscura ambigüedad en la tolerancia de las drogas a partir de considerar este hecho desde el punto de vista médico, o sea unilateralmente, y no consideran sus dimensiones sociales o políticas, haciendo a un lado la razón principal para explicar el uso y consumo de drogas y en general la cuestión de la droga (una interrogante sobre el terreno de la ideología burguesa) en la sociedad burguesa: la existencia de drogas legales, toleradas y reconocidas socialmente, como el alcoholismo planificado, y las drogas ilegales, sancionadas y desaprobadas socialmente por su “peligrosidad” tanto política como social. Esta situación es completamente ignorada por ellos a riesgo de no sólo perder un jugoso invento, sino unas masas adormecidas por la droga. El verdadero uso que se da a la droga en el capitalismo es la desviación de las revoluciones. La droga vale lo que la sociedad que la promueve.
- La marihuana, la hierba, no es una droga. Esto ya se ha demostrado hasta el cansancio en diferentes países y en múltiples ocasiones por gentes que el Estado capitalista sabe que no son nada tontas, como W.S. Burroughs. La clasificación científica más aceptable de la droga se establece a partir de la diferenciación y las consecuencias del uso y consumo de las distintas clases de drogas:
- a) Las drogas duras como los estimulantes (anfetaminas y cocaína), los depresivos (narcóticos y barbitúricos) que junto con el alcohol y los solventes (tiner, cemento) son substancias que ocasionan hábito, dependencia física y en consecuencia una vida cotidiana toxicómana completamente regulada por el reloj de la droga.
- b) Las drogas blandas como los productos y derivados psicotrópicos de la marihuana, el peyote, los hongos alucinógenos que por sus efectos hipersensibles-alucinógenos no producen hábito, ni dependencia física alguna, sino exclusivamente un ligero extrañamiento psicológico.
Los artistas y su relación con las drogas como un impulso creativo
Pero para la sociedad capitalista todo es droga es droga es droga
- La marihuana, el peyote, los hongos y cientos de substancias más han sido utilizadas desde hace muchísimo tiempo por casi todas las culturas como un alimento cosmogónico, de ahí su nombre genérico “las plantas de los dioses”. Su consumo en dichas sociedades tradicionales tiene una representación simbólica, socio-religiosa, es decir, trascendental e iniciática, de identificación colectiva. En la actualidad las sociedades modernas, capitalistas, las ha mitificado al convertirlas en mercancías exóticas, en vulgares mercancías sin esencia ni tradición alguna. Sin embargo su consumo en la actualidad representa un universo de experiencias para millones de individuos, es decir, un horizonte social de identificación psíquica y existencial que los cohesiona. Particularmente el uso y consumo de la hierba posibilita un espacio-tiempo alternativo frente a la alienación generalizada, su terror y tiranía en la vida cotidiana en condiciones capitalistas, pero sobre todo es la expresión de los conflictos individuales ocasionados principalmente por las actuales condiciones de producción capitalista y por la realidad obscena, vacía y fría que origina el consumo alienante.
- Fuera de la banda pacheca nadie se quiere balconear con la discusión de la cuestión de la droga en la sociedad capitalista actual, a excepción de dos entidades de la sociedad gandalla que son completamente anti-droga y principalmente antipachecos: en primer lugar se encuentran las instituciones duras encargadas de la salud y seguridad pública: Procuraduría General de Justicia, la Secretaría de Salubridad y Asistencia, el Ejército, el sistema carcelario, etc. En segundo lugar las instituciones blandas como el CONADE, los Centros de Integración Juvenil, los grupos 24 horas de Alcohólicos Anónimos, el ADEFAR y la bien intencionada Liga de Drogadictos Anónimos. Instituciones y burocracias que tienen control y su único objetivo es el obtener más control sobre el individuo y la población. El Estado justifica cínicamente la existencia de las instituciones blandas a costa de reforzar las instituciones duras con el fin de controlar a la población toxicómana y aplicarles sus clasificaciones “inofensivas” y categorías de poder: enfermos por usarlas o criminales por el solo hecho de poseerlas. Por otra parte, se encuentran los mass media: la televisión (principalmente la Dirección infantil de TELEVISA), la radio, los periódicos amarillistas, etc., y su hipócrita “servicio a la comunidad”, a la ciudadanía en abstracto, para legitimizar su ideología reaccionaria antidroga, alentar la venta y difusión de noticias sensacionalistas y alabar constante y sistemáticamente la cruzada represiva del Estado en su “guerra contra las drogas”, la guerra al narcotráfico; lo que ocasiona un sometimiento de la población toxicómana al anonimato, la humillación, el menosprecio y la minusvalorización social, al no-conformismo pasivo. Por último se encuentran, hasta que no se pruebe lo contrario, las organizaciones de izquierda (a excepción de la desaparecida revista El Machete a nadie le interesaba la cuestión de la droga) que a pesar de comprender que el consumo en masa de la droga es uno más de los mecanismos de explotación y opresión sobre las clases dominadas, sólo se dedican a hacer declaraciones acríticas e irrelevantes de la guerra y caza de brujas y la violación de los derechos humanos de los toxicómanos que realiza el Estado y contribuyen a legitimar la ideología anti-droga de la burguesía. Además de no reconocer abiertamente la situación de represión, persecución, arresto o encierre clínico que padece la población toxicómana, hacen oídos sordos a sus demandas y necesidades materiales y subjetivas, que lejos de situarse fuera de la lucha de clases, representan en la actualidad uno de los principales terrenos de lucha cotidiana para miles de individuos.
- No hay revolución sin marihuana, esta tesis es intrínseca a la historia de México y su futuro próximo, recuérdese el popular y alegre corrido de La Cucaracha en la revolución mexicana: “La cucaracha, ya no puede caminar, porque no tiene, porque le falta, marihuana que fumar”.
- Si hay marihuana sin Caro Quintero, muy bien puede haber marihuana sin capitalismo, sin sus drogas blancas duras y frías; sus burocracias narco-terroristas enloquecidas por reafirmar sus imágenes de poder para controlar a la población entera y particularmente la que usa y consume drogas. El Estado utiliza la droga para fortalecerse. El narcotráfico es sólo una cara de la moneda, pues, como escribió Monsiváis: “Hacemos todo el dinero del mundo, y además, no somos transitorios, lo nuestro dejó de ser ilegal al aliarse con nosotros los encargados de la legalidad” (El Narco del Triunfo).
- Los pachecos nos amamos tanto que ya nos cansamos de que el Estado, los mass media y las instituciones reaccionarias, sigan utilizando a la hierba como un símbolo de opresión, basados en falsas concepciones sobre ella. Rechazamos su ignorancia, sus tácticas anti-colectivas, la tiranía médica-jurídica-carcelaria, mecanismos sostenidos para mantener en el anonimato y la pasividad a la población toxicómana.
- Los pachecos consideramos que el uso y consumo de marihuana es un hecho que no se debe sancionar socialmente. Clamamos cotidianamente por la desaparición de la Ley que nos hace aparecer como delincuentes, por el solo hecho de poseerla, ilegales antes de fumarla o como enfermos por considerar a la adicción o drogodependencia como enfermedad. No queremos esas tolerancias sociales en una sociedad sostenida en base a la opresión.
- La población toxicómana odia el mercado que se hace con la hierba y también las variantes de ese mercado: el mercado negro capitalista, ilegal, y el mercado blanco estatal legal. Pugnamos por la abolición de todos los mercados. ¿Quién va a comprar algo que puede ser gratis?
- Los pachecos somos los primeros interesados de luchar porque la población se descuelgue de las drogas duras como el cemento, el alcohol. Nos oponemos a que se siga manipulando a la población con el moderno opio del pueblo: las loterías nacionales, deportivas o astrológicas, instrumentos narcotizantes para soportar la explotación redoblada en la sociedad capitalista en crisis.
- Los pachecos nos oponemos a los cínicos, espectaculares y gandallas intentos del Estado capitalista en su combate estéril para solucionar el problema de la toxicomanía social y evadir olímpicamente la discusión de la cuestión de la droga en general. Problema y cuestión que no es que no quieran sino que no pueden. ¿Luego qué van a hacer? No más delincuentes, ni mucho menos enfermos. Perderán el control de las conciencias de las masas urbanas.
- El uso y consumo de hierba debe ser un acto de libre conciencia ante el control lobotomizador utilizado por las instituciones y los mass media. Rechazamos las imágenes de poder que le han sido impuestas, e igualmente rechazamos la libertad psicológica del viaje, deseamos la auténtica emancipación generalizada.
- Los mejores placeres suelen ser verdes.