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MARIE LAVEAU LA REINA DEL VUDÚ EN NUEVA ORLEANS

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Wish while you can. Opportunity shouldn’t be wasted. Voodoo Dreams, Jewel Parker Rhodes.

De entre las muchas religiones que han poblado este mundo, el vudú es sin duda una de las más estigmatizadas y poco conocidas. Tal parece que es tan vieja como el propio continente que la engendró: África. Es posible que se haya originado en las tribus Fon, Yoruba y Ewe, que abarcaban desde Ghana hasta Nigeria. El vudú se expandió por Europa y América con la colonización, pero fue prohibido desde el principio.

Supuestamente por sus ceremonias sangrientas y por basarse en la hechicería y el espectáculo. Como si las otras religiones no hubieran sido sangrientas durante siglos. Y no se basaran, incluso hoy en día, en la superstición. En realidad, el vudú fue prohibido porque era menospreciado: resultaba inconcebible que los negros, hombres inferiores para el resto del mundo, tuvieran su propia doctrina, llena de complejidades y riqueza espiritual.

El tráfico de esclavos produjo un fuerte sincretismo entre las creencias católicas, el vudú y otras religiones nativas: el vudú haitiano, la santería en Cuba, la kimbanda en Brasil, sólo por mencionar algunas. De hecho, los migrantes haitianos son los que llevaron el vudú a Luisiana a principios del siglo XVIII. En ese entonces, Luisiana estaba habitada por aristócratas franceses que habrían iniciado la colonización de esa región en el siglo XVI. Estos franceses y sus descendientes eran conocidos como criollos y eran los ricachones de Nueva Orleans, donde convivían y se mezclaban con esclavos, negros libres, indios y acadianos.

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MARIE LAVEAU

En este contexto germinó Marie Laveau. Esta criolla nació en el Barrio Francés de Nueva Orleans en septiembre de 1794; fue la hija ilegítima del criollo rico y dueño de plantaciones Charles Laveau, y su amante Margarita (quien tenía ascendencia de negros y de indios choctaw). Marie creció en la plantación de su padre, donde fue educada y aprendió el oficio de peluquera. Era una devota católica y acudió a misa todos los días de su vida.

A los veinticinco años era una mujer alta, de cuerpo escultural, cabello rizado negro, piel dorada y “buenos rasgos” (es decir: predominantemente de raza blanca). El 4 de agosto de 1819 Marie Laveau se casó con el carpintero Jacques Paris, un negro libre de Haití, y se fue a vivir al Barrio Francés de Nueva Orleans.

Jacques era parte de una gran migración de haitianos que llegó a Nueva Orleans en 1809, luego de la Revolución Haitiana de 1804. Esta ola de migrantes consistía principalmente en pequeños hacendados que hablaban francés y miles de esclavos, así como negros libres. Jacques, como otros migrantes mucho antes que él, era asiduo practicante del vudú y se dice que instruyó a su esposa en esta religión. Sin embargo, cinco años después desapareció y Marie insistió en que habría muerto.

La viuda se quedó con dos hijos que mantener y comenzó a trabajar como peluquera a domicilio; visitaba a blancas acaudaladas y criollas. Muchas de estas mujeres la tomaron como su confidente mientras les arreglaba el cabello o les proporcionaba otros tratamientos de belleza. Le confesaban sus secretos y deseos más íntimos; los chismes de sus esposos y amantes; las dificultades de sus haciendas y familias, las amantes de sus maridos y los negocios turbios.

Marie Laveau también realizaba un poco de enfermería, práctica que en aquellos tiempos incluía cirugías menores. Asistía a los prisioneros condenados a la horca y atendía a enfermos terminales en sus casas. En 1826 se involucró en una sociedad de concubinato con Louis-Christophe Dominic Dumesnil de Glapion, integrante de una familia prominente local, con quien tuvo quince hijos más. Vivió con él, hasta que murió en 1855.

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LA REINA DEL VUDÚ

 Marie aprendió sus artes gracias a Paris, su primer marido, mejor conocido como el “Doctor Vudú”. En 1830 ella ya era una de las tantas reinas del vudú en Nueva Orleans. No obstante, Marie logró destacar gracias a su devoción por la iglesia católica: combinó mejor que nadie las creencias del vudú con las tradiciones católicas. Esto ya se hacía desde años atrás, pero ella logró darle el equilibrio adecuado para que sus numerosos clientes confiaran. Agua bendita, incienso, estatuas de santos, plegarias cristianas combinadas con rituales mágicos, oraciones paganas, amuletos y bailes frenéticos eran sólo algunos elementos que ofrecía en sus ceremonias. Además inculcaba el reconocimiento de fuerzas espirituales malévolas presentes en la vida cotidiana que podían arruinarle la vida a cualquiera. Garantizaba comunicarse y aplacar a estos espíritus a través de bailes, música, cantos y el uso de serpientes y otros animales ponzoñosos.

Pronto, Marie se convirtió en la reina indiscutible del vudú; escenificaba ceremonias en los que los participantes eran poseídos por “loas” (espíritus del vudú), y proporcionaba pociones y encantamientos, tanto para acaudalados como miserables. Era la encargada de rituales públicos y de las ceremonias que se realizaban en el Barrio del Congo, uno de los pocos lugares en la severamente segregada Nueva Orleans, donde personas de diferentes razas se podían mezclar sin ningún problema. También realizaba operaciones en la Maison Blanche que se construyó para llevar a cabo reuniones de vudú secretas y matrimonios entre hombres blancos y mujeres negras.

Marie obtuvo grandes ingresos con la venta gris-gris (un amuleto originario de África que se supone protege a cualquiera del demonio y atrae la suerte). Por si fuera poco, adivinaba la suerte, daba consejos acerca del amor, preparaba gris-gris personalizados, quitaba el mal de ojo y también lo provocaba. La lista de sus proezas se puede encontrar en cualquier anuncio de periódico que garantice cambiarle a uno la vida y resolverles todas sus dificultades.

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En realidad, sus temidos poderes de adivinación estaban basados en una red de informantes que tejió mientras trabajaba como peluquera. Cuando visitaba a sus clientes, la mayoría blancos, escuchaba cuidadosamente sus chismes. También obtenía valiosa información al intimidar a los sirvientes de las casas ricas. Los amenazaba con embrujarlos si no le proporcionaban información de sus patrones. Incluso sus clientes, por temor a que les echara una maldición, solían contarle chismes de sus vecinos, revelarle secretos familiares, darle información de políticos y variopintos personajes de la sociedad de la ciudad.

Su popularidad se extendió por todo Luisiana. Cientos de personas de otros poblados la visitaban con el fin de obtener algún beneficio de sus poderes. La leyenda dice que incluso salvó a condenados a la horca, curó enfermedades de muerte, predijo fortunas y anticipó catástrofes.

La gente le temía y la adoraba al mismo tiempo. Circulaban historias, que se contaban en voz baja, de gente caída en desgracia por haberse atrevido a ofenderla o hablar mal de ella. Un periódico local la calificó de “vieja bruja que reina sobre la ignorancia y la superstición”; pero, claro, sin firma de autor.

MUERTE

El 15 de junio de 1881 Marie Laveau murió en su casa de la calle Saint Ann a la edad de 86 años. Se publicaron grandes obituarios en New Orleans Times-Picayune y en el New York Times. Los reporteros la ponían por las nubes, como si hubiera sido una santa que cuidó a los enfermos y rezó por la salvación de los desamparados y condenados.

Laveau fue enterrada en el Cementerio Saint Louis en la cripta de la familia Laveau-Glapion. Aún hoy en día su tumba atrae a miles de visitantes que le solicitan favores y milagros. De acuerdo a la creencia popular, el espíritu de Marie Laveau podría intervenir personalmente con los problemas de los visitantes si le dejan monedas, collares de Mardi Gras, flores, ron o veladoras.

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RESURRECCIÓN

Uno de los poderes atribuidos a Marie, y que tanta admiración causaban, era el elíxir de la juventud que por supuesto sólo la beneficiaba a ella. Cuando murió, su hija, Marie II, nacida el 2 de febrero de 1827, tomó las riendas del legado de su madre. Y aunque nunca alcanzó la fama de su progenitora, la gente estuvo dispuesta a aceptar que la hija era en realidad la madre que no había muerto y que aún se mantenía joven.

Pero Marie II no tenía la misma personalidad que la original. La nueva exigía subordinación, amenazaba e inspiraba terror. Además, resultó ser mucho mejor alcahueta que bruja. Convirtió la casa de ceremonias Maison Blanche en un burdel de lujo que ofrecía champagne, buena comida, vino, y exóticas mujeres dispuestas a satisfacer los deseos más descabellados de los clientes por una buena suma de dinero. El recinto era visitado por acaudalados hombres de negocios, políticos y funcionarios. La policía nunca se atrevió a cerrar el lugar, no por sus muchas infracciones y sus reconocidos clientes, sino por temor a que Marie II les hiciera vudú.

Marie II reinó durante mucho tiempo en las ceremonias vudú, mientras regenteaba la Maison Blanche. Pero jamás alcanzó la fama de su madre. Al parecer murió ahogada en una gran tormenta en Lake Pontchartrain en 1890. Lo más extraño es que en cuanto la hija murió, la madre también fue olvidada. La gente no parecía hacer distinción entre la madre y la hija, como si Marie II hubiera sido la reencarnación de la reina del Vudú.

SANTA MARIE LAVEAU Y EL NUEVO VUDÚ

Marie Laveau todavía es una figura central del vudú en Luisiana y de la cultura de Nueva Orleans. Su tumba tiene más visitantes que la de Elvis Presley. Existe incluso un movimiento no reconocido por la iglesia católica para canonizarla.

Una rama del vudú en Nueva Orleans se ha adaptado a los nuevos tiempos. Hoy en día debe funcionar como una conexión con la naturaleza, los espíritus y nuestros ancestros. Algunos métodos del siglo XXI incluyen lecturas de libros de magia y autoayuda, baños espirituales, dietas vegetarianas, rezos y ceremonias personalizados. El vudú se usa con frecuencia para curar la ansiedad, adicciones, depresión, soledad y otros padecimientos psíquicos.

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 Por Bibiana Camacho

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