Antes de que Dalí se convirtiera en el famoso pintor surrealista que hoy conocemos, comenzó pintando obras un tanto más realistas. Así es, Dalí como gran observador de su entorno, en sus años de formación durante los años veinte, ocupo de elementos mucho más cercanos a él de lo que podríamos imaginar.
La Muchacha en la Ventana o Figura en la ventana es una de las obras más representativas de esta etapa formativa, pues como se sabe su personalidad obsesiva siempre lo condujo a un perfeccionismo de sus obras. En este cuadro plasma a su hermana Anna María, quien fue su modelo hasta 1929, contemplando el mar de Cadaqués, ubicado en la provincia de Gerona, Cataluña.
De hecho, este lugar se vuelve un referente inspiracional para Salvador Dalí en sus pinturas de dicha etapa, ya que alrededor de 1910 la familia del pintor vacacionaba durante los veranos a esa provincia.
La Fundación Gala-Dalí, citando a J. Cusí comparte: “«Figura en una ventana, aun conservando las mismas cualidades de las otras telas, es más fresca, tierna de color y luminosa. Al contemplar esta pintura, uno experimenta una sensación de paz y bienestar indefinibles. La luz juega en los pliegues de la ropa y en las aguas del mar de una manera cautivadora. En todas las telas de Dalí hay algo que atrae; sus pinturas no son una sencilla combinación técnica y acertada de colores: detrás de todas ellas está fijada la emoción del pintor que las ejecuta»”.
Y como un dato más del éxito del afamado pintor, la primera vez que presentó esta obra en una exposición individual en 1925 organizada por Galeries Dalmau, lo homenajearon con dos banquetes por parte del Hotel España de Barcelona y del Hotel Gifré de Figueres.