Niccolò Paganini, fue un compositor italiano considerado uno de los arquetipos del virtuosismo del violín y máximo representante del movimiento instrumental del romanticismo europeo; contribuyendo con grandes aportaciones al desarrollo de la «técnica moderna del violín«.
Los 24 caprichos para violín (una de sus obras más conocidas y han servido de inspiración a numerosos compositores compositores), seis conciertos y varias sonatas. Mientras que su técnica de arco influyó a músicos como Johannes Brahms, Sergei Rachmaninoff y Franz Liszt.
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Paganini nació en Genova, Italia el 27 de octubre de 1782, hijo de Teresa Bocciardo y Antonio Paganini. El músico fue un niño virtuoso desde muy pequeño, pues a la edad de los 5 años ya tocaba la mandolina. Aunque más que un pasatiempo o porque le gustara hacerlo, era obligado por su padre, llegando a ensayar y practicar hasta 10 horas al día.
Unos cuantos años después, tomó el violín volviéndose mejor en ese instrumento. Sin embargo tuvo que enfrentar la grave enfermedad del sarampión, la cual casi lo mata. Paganini luchó por su vida y salió de esa, regresando a tocar su querido instrumento, progresó en la técnica y ejecución; tanto que unos 2 años mas tarde pudo presentarse en público. Cabe mencionar que siguió formándose con talentosos maestros del violín: Giovanni Servetto y Alessandro Rolla.
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Y aquí viene la parte extraña de su historia, ese talento que el músico poseía era atribuido por la gente, mas a otra «cosa» que a un don nato. Se decía que para alcanzar tal éxito y virtudes Paganini realizó un pacto con Lucifer en persona. En ese tiempo el prejuicio era tan grande, que le impidió que se le otorgara una sepultura cristiana en su lecho de muerte.
“Se presentaba a tocar con fuego iluminando el escenario. De su violín salían notas prodigiosas y atrás de él todo parecía arder en llamas. Entonces su figura crecía aún más. Se volvía un verdadero coloso”.
Así lo veía el público
Los rumores eran cada vez más exagerados, la gente se lo creía y hacía hasta lo imposible por verlo tocar en vivo. Hasta que fue conocido como: “El violinista del diablo”, así mismo su mismo aspecto físico encajaba con esa versión diabólica que le atribuían. Pues Niccolò era alto, muy delgado, de aspecto enfermo (debido a las múltiples enfermedades que tenía) y además vestía con ropa vieja y de color negro siempre.
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Por otro lado los padres de Paganini se vierpn inmiscuidos en ésta versión diabólica; la madre afirmaba que cuando su hijo tenía 5 años, soñó que el demonio le comunicó que su hijo sería un famoso violinista. Y fue justamente esa razón por la que su padre lo obligaba a tocar como loco.
Otras de las versiones decían que Paganini había asesinado a un rival, entregando de esa manera su alma al diablo; a cambio de tocar como nadie lo hizo ni lo hará. Asimismo se rumoreaba que la asesinada había sido una amante y con sus tripas hizo 4 cuerdas para su violín. Pero hubo alguien que aseguró haberlo visto invocar al diablo:
“Le dijo que su alma era suya a cambio de tocar como un ángel. Se encendió una luz que me cegó, Paganini se puso de pie y siguió su camino”.
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Niccolò Paganini vivió desde muy temprana edad una vida de excesos debido a la gran fama alcanzada. Y a los 22 años él músico ya tocaba obras completas sin ninguna partitura, sus dedos se movían veloces y de una manera sobrenatural. Por lo que muchos decían que se podía ver a la mano del diablo entre los movimientos del músico en el escenario o que las cuerdas de su violín estaban hechas con los cabellos del diablo.
Finalmente y décadas después de su muerte, la que sería una «teoría oficial» es que Paganini tenía una enfermedad congénita: el síndrome de Marfán. El cual se trata de un trastorno hereditario que se manifiesta principalmente con problemas cardiovasculares y óseos, por eso es que sus dedos era más largos y era capaz de flexionarlos mucho.
Lo que es seguro es que su mito ha pasado de generación en generación, incluso existe una película basada en su vida; titulada «El violinista del diablo» dirigida y escrita por Bernard Rose. Protagonizada por el famoso violinista alemán, David Garrett.
