El cine en México tiene varios ejemplos de grandes producciones e íconos de la actuación. Uno de esos emblemáticos intérpretes con una trayectoria que se empalmó con la época de oro del cine mexicano, fue Ignacio López Tarso. Estas son las mejores películas en las que actuó el recién buscado por la muerte.
Y es que su voz, léxico y presencia, propiciaban de inmortalidad y misticismo a cada uno de sus personajes. Y como a Macario su amiga la flaca llegó a buscarlo para proseguir su andar en el más allá; al primer actor, el entrañable maestro López Tarso, también le requirieron en el Mictlán. Quizá para personificar, con su particular toque, un papel que sólo él podría representar.
Macario
Dirigida en 1960 por Roberto Gavaldón, es una de las cintas por las que más se conoce, recuerda y admira el trabajo de López Tarso. Macario se trató de su primer gran papel en el cine, y se convirtió en la primera producción cinematográfica mexicana en ser nominada en la categoría de Mejor Película Extranjera.
Lo sombrío de una vida de pobreza es la niebla perfecta para la manifestación surrealista de la muerte. En esta, una de las mejores películas de Ignacio López Tarso, vista como parte intrínseca de la cultura mexicana, convergen las creencias, costumbres y simbología del paso a la otra vida en la tierra del cempasúchil. De ahí que sea la historia predilecta con la actuación idónea para las fechas de los añorados días de muertos.
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La Rosa Blanca
Esta producción casi subsecuente, también dirigida por Gavaldón, le valió al actor su primer Ariel por dicha interpretación. Ya se había visto el potencial actoral del joven Ignacio, de ahí que su proyección estuvo prohibida por 11 años. La Rosa Blanca, una de las mejores películas de Ignacio López Tarso, narra un testimonio de la verdadera historia de la “expropiación petrolera». La actuación movió tanto que por cuestiones políticas se optó por no exhibirla, y con ello evitar difundir versiones y hechos que contradijeron la falsedad de los libros de texto.
El filme trata de un campesino veracruzano que descubre que en su hacienda conocida como Rosa Blanca hay yacimientos de petróleo. Las compañías petroleras estadounidenses intentan, por todos los medios, de convencerlo de entregar sus tierras.
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El Hombre de Papel
Tan sólo tres años después de su debut en el cine, un joven y prominente Ignacio, interpretó a un conmovedor personaje. Dotado de un amplio registro dramático y con una habilidad gesticular provista de riqueza emocional, Ignacio ofreció lo que es considerada como una montaña rusa de sentimientos, y del particular del aspiracionismo mexicano.
Sin lugar a dudas, El Hombre de Papel es una de las mejores películas de Ignacio López Tarso. Dirigida por Ismael Rodríguez, la cinta está basada en la obra literaria «El Billete» de Luis Spota, que cuenta la historia de Adán, un hombre mudo en situación de calle que se encuentra un billete de 10 mil pesos, el cual piensa usar para relacionarse con una mujer y lograr cumplir el anhelo de tener un hijo.
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El Gallo de Oro
En 1964 el incansable Ignacio volvió a trabajar con Roberto Gavaldón, esta vez en una cinta basada en un cuento de Juan Rulfo y con guión del director, adaptado por Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez. El gallo de oro se trata de una de las mejores películas de Ignacio López Tarso. Es considerada como una de las 100 mejores películas del cine mexicano.
López Tarso, consolidado, interpretó nuevamente la humildad: ahora en un pregonero que rescata de la muerte a un gallo moribundo que a base de esfuerzo y cuidados logra sanar. El codiciado gallo de pelea recibe el mote de ser de Oro, pero después de varias peleas, el infortunio de la muerte lo alcanza de forma definitiva.
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El profeta Mimí
En 1973, con la dirección de José Estrada, fue nominado nuevamente al premio Ariel por la magistral interpretación de un hombre de edad madura que asesinó a su progenitor en compañía de una trabajadora sexual, lo que convierte a El profeta Mimí en una de las mejores películas de Ignacio López Tarso.
En la cinta se muestra el fanatismo religioso de Ángel Peñafiel, que lo lleva a pretender redimir por medio del asesinato, a trabajadoras sexuales.
La muerte siempre estuvo presente en el trabajo actoral de López Tarso. Vivirla, contemplarla, evocarla y hasta provocarla, le confieren un lugar muy especial en el imaginario colectivo de la mexicanidad, y del cine en México.
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Sin lugar a dudas partió un grande de la actuación. Quizá porque le esperaba un papel digno de alguien que murió mirando de frente la risa del desenlace de una vida bien actuada.