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El regreso de los infrarrealistas mexicanos

Perros habitados por las voces del desierto

Los poetas del movimiento infrarrealista, aquel que se declaró abiertamente hostil hacia la cultura oficial, vuelven en la antología Perros habitados por las voces del desierto. Poesía infrarrealista entre dos siglos (ALDUS, 2014), volumen que reúne piezas de 19 escritores del aquel grupo vanguardista fundado en 1975 y cuyas figuras más conocidas son: Roberto Bolaño y Mario Santiago Papasquiaro. Gabriela Cervantes y Mario Castro nos hablan de los infras.

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Por Gabriela Cervantes / @Gabbocerbri y Mario Castro / @LaloCura_

Un buen día hace unos 40 años, un grupo de jóvenes (clasemedieros, izquierdosos, hartos del régimen cultural y con dos chilenos y un peruano incluidos) decidieron formar un movimiento que prometía romperle la madre a Octavio Paz, el aún monolítico poeta del México contemporáneo (como forma de romperle la madre a la cultura oficial mexicana). Reuniéronse para recopilar su poesía, hacer lecturas que terminaban en borracheras de proporciones y atmósferas dionisiacas, irrumpir en lecturas abiertas oficiales donde las palabras, en no pocas ocasiones, se catafixiaron por puños: el movimiento comenzó a invadir los “altos y refinados círculos culturales”.

Aun así, el Infrarrealismo no nació en México: su concepción, por lo menos la base teórica, fue creada por el también chileno Roberto Matta, personaje iniciado, expulsado y perdonado por el surrealismo de Bretón. A finales de 1967, Matta entregó al poeta francés Jean Schuster una serie de notas-guía, esquema de una ponencia presentada durante un congreso en la Cuba recién encaminada al socialismo; dichas notas fueron publicadas con comentarios del francés bajo el título de Développements sur l’infra-réalisme de Matta en 1970. Esta historia se cuenta aparte.1

Probablemente, Roberto Bolaño —el narrador tan aclamado como escupido— supo de la existencia de este libro casi cuando se publicó. Como sea, ambos chilenos apostaban por una misma tendencia estética: la revolucionaria en su sentido más estricto. Siendo jóvenes en una Latinoamérica gobernada por dictaduras, más o menos viles, la opresión los conduce a revertir órdenes morales y políticos: su poesía no respeta la melosidad de un López Velarde ni mucho menos el frac con que visten los versos de un Paz pre-Nobel; se aliena a la embriaguez de la calle que acompaña a los poemas de (In) Efraín Huerta o al sentimiento de extrañeza y automarginación propia de los beatniks.

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Pronto fueron excluidos y vetados a causa de los tropeles que protagonizaron: es bien conocida la leyenda: un día coincidieron en una lectura con el mismo Paz. Corren versiones que van de los simples gritos hasta los madrazos (no se sabe bien si el Nobel le entró sin pedos o rajó por sus vestiduras). Ante estas circunstancias la cultura oficial los marginó tan pronto que el grupo se disolvió esparciéndose por universidades, otros países o hacia el anonimato. A pesar de los intentos de Mario Santiago Papasquiaro por reconstruir el movimiento a principios de los 80, éste no cuajo. Mario murió en 1998, atropellado afuera de la pulquería La Hija de los Apaches, sin reconocimiento, olvidado como poeta, atrapado dentro de la urbe a la que, tanto él como los infras, deben su historia.

Sólo hasta que el real visceralismo bolañesco resultó ganador del Premio Rómulo Gallegos el año de la muerte de Papasquiaro, la guerrilla cultural apareció en el radar de la literatura hispanoamericana. Sin embargo, sólo dos de los integrantes de la vanguardia, perdida hasta ahora, han sido difundidos en mayor medida: el simpático borracho defeño y el cuasi rockstar chileno. Los demás nombres quedan en el tintero de estudiosos jóvenes extraviados en el ejercicio literario de algunas instituciones.

Pero, teniendo en cuenta el pasado del grupo, sus ideologías y visiones literarias: ¿Por qué una presentación en auditorio chico para una antología de poetas infrarrealistas? ¿Acaso no habría sido mejor una lectura abierta, no [muy] oficial, para quien quisiera caerle? Banda escuchando y leyendo poesía con el pomo en una mano y la bacha en la otra. Una presentación de poesía exige cierta formalidad, entonces, ¿por qué no hacer una lectura al aire libre en el panteón a un lado de la iglesia de San Fernando, por ejemplo?

Pero bueno: hicieron presentación en auditorio chico.

Quizá que el Catana abriera el evento con sus gruñidos rupestres no fue la mejor decisión (“Poetas, suéltense las trenzas (si tienen)2). Algunos trataban de seguir un itinerario; llevaban sus lecturas preparadas; se disponían a actuar, gritar y reír; se hacían bromas entre ellos. Pedro Damián llegó con la frase clave: “Acabemos con esto para irnos a beber”, aunque algunos ya se habían adelantado, incluido Pedro Damián. Videos de una lectura en La hija de los Apaches, lugar entrañable para los muchachos; un poema recitado por Piel Divina; fotografías de La Tribu; Edgar Artaud arrancando risas con sus amores fallidos poetizados; nostalgia por los fallecidos (Mario Santiago, Bolaño y Méndez); los gritos de Medina.

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La antología, muy bonita; una edición cuidada y bien hecha, desde el forro; buen papel, buena cubierta, muchos poemas inéditos (buenísimos), poemas actuales y antaños, los dos manifiestos escritos por Papasquiaro y Bolaño, fotos de los antologados en grupo o solos; la selección es algo extraña y, a veces, se siente bastante aleatoria, así como el orden de los autores (según escuché, muchos de los que no entraron a la antología fue por diferencias entre ellos, quienes sean; pero eso sólo es un rumor y podríamos confirmarlo o esperar otra antología de los no-antologados en ésta). Sigo sin encontrar la explicación a por qué está el subtítulo del libro en alemán, aunque suena muy bien (Infrarrealistische Gewälttatem, algo así como “acto violento infrarrealista”).

Alguien escribió algún día: “Convertir las salas de conferencias en stands de tiro”3: la literatura de auditorio que en auditorio sea presentada, la poesía de pulcata y calle mejor es escucharla sentados en pastito.

Notas:

1Este año la editorial morelense La Ratona Cartonera publicó una traducción al español (Comentarios al infrarrealismo de Matta) con introducción y notas a cargo de Jaime Moreno Villareal.

En “Déjenlo todo a la poesía. Manifiesto infrarrealista” 1975-76. Escrito por Bolaño, incluido en la antología.

3En “Manifiesto infrarrealista” 1975. Escrito por Papasquiaro, igualmente incluido en la antología.

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