CÓMO ES QUE STONE TEMPLE PILOTS HA MUERTO
Era 1992. Scott Weiland tenía 14 años y mucha estupidez e inexperiencia en mi vida. Como cualquier adolescente. También gozaba de bastante tiempo libre que consumía escuchando música y leyendo. Era hijo de mi época. Y a pesar de que durante mi niñez le puse atención al rock clásico, también sobreviví a una etapa en la que el rap más comercial pasó por mis oídos.
Al final, el rock hizo su trabajo y quedé atado al grunge. Pasé horas drogándome con esa música de guitarras distorsionadas, voces punketas y ritmos cercanos al metal. Me gustaba Nirvana, por supuesto.
¿A quién no le gustaba Nirvana en ese momento? Justo en 1991 habían demostrado lo importantes que eran para aquellos que nacimos en los setentas. Pero también me agradaba Pearl Jam, aunque mucho menos. Y ese grupo más ruidoso llamado Soundgarden. Pero los que me dejaron encandilado desde su primer disco fueron los Stone Temple Pilots.
Por muchos años la crítica fue siempre la misma: “Pero si suenan igualitos a Pearl Jam. ¿No es el mismo cantante?” Ya no sabía qué más decir para defender mis placeres. Opté por dejar de explicar por qué STP me parecía superior a muchos grupos de grunge. Tal vez era el sonido de la guitarra: menos chillona que la de Nirvana. O quizá que sus canciones sonaban más complejas, menos cercanas al punk. También me agradaba que no se sintieran moralmente superiores como Pearl Jam.
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STP era más que Scott Weiland. Aunque es innegable el carácter extrovertido y atractivo del cantante. En eso se desmarcó de los otros grupos de grunge. Weiland aceptó sin problemas la herencia glamorosa y extrema del rock star.
Sí, probablemente la voz de Layne Staley de Alice in Chains destacaba más, o Chris Cornell de Soundgarden tenía un registro más amplio, pero Scott Weiland era un front man mucho más atractivo que Eddie Vedder de Pearl Jam, y no parecía sufrir por convertirse en ícono, algo con lo que tanto luchó Kurt Cobain.
Weiland era el Iggy Pop del grunge. Mientras más excesos, mejor se desempeñaba en el escenario. Hasta que la cocaína y la heroína y el alcohol y el crack decidieron despedazarlo convirtiéndolo en un boxeador frente a su compañero de grupo, Dean DeLeo, en pleno escenario.
El asunto es que, a pesar de que Scott Weiland era la imagen fundamental del grupo, no se puede olvidar que STP eran los hermanos Robert y Dean DeLeo y el baterista Eric Kretz. De hecho, el principal creador de riffs y arreglista del grupo es Robert, el bajista. Una y otra vez Dean explicó que Stone Temple Pilots era un proyecto en el que Weiland no parecía tener lugar.
Sus constantes problemas con las drogas, las entradas y salidas de centros de rehabilitación y los problemas con la ley lo alejaron definitivamente en el 2013. Incluso fueron bastante pacientes. Imaginemos a un hombre que emprende su coqueteo con las drogas justo cuando su grupo comenzó a sonar fuerte en la radio y en MTV. Desde 1992 no paró de consumir, no se detuvo ni cuando lo corrieron del grupo ni cuando se convirtió en padre, ni cuando lo botaron de Velvet Revolver, ni cuando regreso a STP y lo volvieron a dejar ir.
Muchos se lamentan su muerte, pero lo sorprendente es que Scott Weiland vivió más de 20 años drogándose casi de forma permanente. En el 2011 declaró que apenas podía vivir sobrio: “Juro que no recaeré en la heroína, pero no pensé que el alcohol sería tal pesadilla».
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LOS DISCOS…
A pesar de que Scott Weiland hizo una gran labor en Velvet Revolver, su trabajo más recordado siempre será lo que creó con Stone Temple Pilots.
Core es una obra hasta cierto punto oscura, con letras desesperanzadoras. Sus canciones siguen esquemas típicos del grunge: “Wicked Garden” abre con un riff de guitarra distorsionada acompañada de la batería. De ahí en adelante mucha distorsión y un coro que termina en una demostración soberbia de lo que Weiland podía hacer.
En Core la pesadez de las canciones se combina con algunas piezas acústicas. Por ejemplo en “Creep”, o en piezas más lentas aunque igual de pesimistas, como “Plush”, el sencillo que los llevó a vender millones.
El segundo disco, Purple, se alejó un poco del grunge. STP aceptó la clara influencia del hard rock. También coquetearon con el pop. Por ejemplo “Interstate Love Song”. Pero es un pop que apenas se nota, sobre todo en la melodía de la voz. El resto de la canción es una mezcla de rock ligeramente funk gracias al bajo de Robert. En esencia Purple conserva un sonido duro, aunque menos oscuro que en su disco anterior.
Con su tercer disco, Tiny Music… Songs From the Vatican Gift Shop, decidieron aligerar su sonido. Lo extraño es que fue un disco muy complicado de terminar por culpa de las adicciones de Weiland. La grabación se detuvo durante dos semanas porque al cantante fue arrestado por posesión de heroína y coca.
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Al final, el trabajo se hizo en la mayor libertad posible, con una banda reunida y concentrada en la música. Gran parte de las canciones fueron creadas en el mismo estudio. Hay desde rock psicodélico, como “Big Bang Baby”, hasta la juguetona “Art School Girl”, combinación de rock con gran swing y algo de punk.
Todo lo anterior fue olvidado en el cuarto disco de la banda, llamado No. 4. Aquí lo que encontramos es una serie de canciones duras, guitarras distorsionadas y una voz potente que se encuentra en plena madurez. Hay dos canciones que son un oasis acústico, entre ellas, la hermosa “Sour Girl”, una de las cumbres de STP.
Los siguientes dos discos —Shangri-La Dee Da y Stone Temple Pilots— pasaron, hasta cierto punto, desapercibidos. El último, creado después de una gira de reunión durante el 2008 que funcionó tan bien que decidieron grabar una obra entera, parece una continuación de su quinta obra, Shangri.
El grupo ya había entregado todo, ahora se trataba de repetir un sonido ya explorado. Y aunque aparecieron un par de éxitos, “Days of the week”, “Between the Lines”, la creatividad de STP ya no era la misma; son discos medianos, con piezas que los hacen zozobrar.
¿Qué nos podrá entregar ahora STP sin su front man principal? A pesar de la inteligencia musical de los hermanos DeLeo es poco probable que vuelvan a llegar a las alturas que encontraron en los noventas.