Serguéi Eisenstein, fue un gran director de cine y teatro soviético de origen judío. Sin duda una figura valiosa para la industria, pues es considerado el pionero en aplicar una innovadora técnica a la cinematografía para esa época. Se trata del montaje que más tarde sirvió de para el cine en décadas posteriores. Así mismo Serguéi no era una personalidad muy grata para el gobierno de su país, pues el cineasta tenía ideas inclinadas al comunismo por lo que Stalin lo veía como alguien muy controvertido.
La película que lo llevó a volverse tan popular fue El acorazdo Potemkin de 1925, incluso esta cinta se volvió en una de las mejores de todos los tiempos y continúa siendo objeto de estudio en el área cinematográfica. Por otro lado también tuvo una fuerte influencia en la teoría cinematográfica de la época, gracias a sus habilidades de oratoria y a sus ensayos literarios donde sentó las bases para importantes avances en el cine.
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Ejército rojo, el teatro y el cine
Su acercamiento con el teatro se dio en el Ejército Rojo, pues Serguéi Eisenstein trabajó como responsable de decorados y como director e intérprete de pequeños espectáculos para la tropa. Fue su experiencia como director de escena del Teatro Obrero en 1920 lo que lo impulsó a estudiar dirección teatral en la escuela estatal, donde desarrolló una personal concepción del arte dramático basada en la yuxtaposición de imágenes de fuerte contenido emocional.
La incursión en teatro y la trayectoria que desarrolló como director, lo llevaron al que se convertiría en su mayor pasión: el cine. Y este descubrimiento en su interior se da durante el rodaje de un pequeño cortometraje incluido en el montaje de la obra teatral El sabio que llevaba por título El diario de Glomov. Desde entonces Eisenstein ya no se detuvo, cada vez empezó a interesarse más por el nuevo medio artístico y rodó el largometraje La huelga (1924), con una famosa secuencia en que utilizó la imagen de ganado sacrificado en el matadero intercalada con otra de trabajadores fusilados por soldados zaristas.
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Sus obras más importantes
El artista ya se encontraba metido de lleno en sus experimentos fílmicos. Cuando recibió el encargo de rodar una película conmemorativa de la Revolución de 1905. El acorazado Potemkin estrenado en 1925, es su máxima obra y considerada uno de los mayores logros del cine mudo; por las escenas de acción y el uso del lenguaje cinematográfico.
Filmografía:
- El diario de Glúmov (1923)
- La huelga (1924)
- El acorazado Potemkin (1925)
- Octubre (1928)
- La línea general (1929)
- ¡Que viva México! (inconclusa) (1930-1932)
- El prado de Bezhin (inconclusa) (1935-1937)
- Alejandro Nevski (1938)
- Iván el Terrible (1943-1945)
- Iván el Terrible, segunda parte: la conjura de los Boyardos (1948-1958)
- Iván el Terrible, tercera parte (inacabada)
- Romance sentimental (Francia, 1930)
- Trueno sobre México (1933)
- Eisenstein en México (1933)
- Día de muerte (1933)
- Tiempo en el sol (1940)
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Serguéi Eisenstein en México
Como se mencionó en un inicio, el cineasta no era muy querido por los políticos en Rusia. Y muy pronto tuvo serios problemas con la censura soviética. Esto lo llevó a firmar un contrato con la Paramount y mudarse a Estados Unidos; sin embargo nunca le dieron un permiso de residencia ni trabajar formalmente. Finalmente decidió irse a México, donde rodó el incompleto ¡Que viva México!, filme en el que ensayó diferentes montajes aproximativos.
Tiempo después en una subasta se recuperaron parte de los negativos, que luego fueron utilizados en ¡Viva Villa! (dirgida por Jack Conway). Mientras otra parte pasó al productor Sol Lesser, quien con ellos realizó Tormenta sobre México; una amiga del propio Eisenstein, Mary Seaton, utilizó otra parte en la película Tiempo al sol, una cinta que tuvo influencia decisiva en el cine mexicano.
Finalmente Sergéi decidió regresar a la Unión Soviética. Y nuevamente se enfrentó con grandes dificultades para desarrollar su trabajo y más censura; el rodaje de El prado de Bezhin, basada en un cuento de Iván Turguénev. Y su película Alexander Nevski (1938), la cual llevaba música de Serguéi Prokófiev, con la que ganó el Premio Stalin.