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5 POEMAS DE SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ, LA MEMORIA DEL MUNDO

Sor Juana Inés de la Cruz puso la primera piedra para la construcción del camino permitiera entrar a las mujeres al mundo literario, filosófico e intelectual.

Nació el 12 de noviembre de 1648 en la Hacienda de San Miguel Nepantla en el Estado de México y su nombre de pila era Juana Inés de Asbaje y Ramírez.

A los 3 años de edad ya había aprendido a leer y escribir, durante el tiempo que vivió con su abuelo en la Hacienda Panoaya, en donde algunos trabajadores le enseñaron náhuatl, lo que le permitió escribir en esta lengua.

Cuando su abuelo murió heredó su biblioteca repleta de autores griegos, latinos y españoles, fue apasionada lectora desde muy pequeña.

 

Sor Juana fue aceptada en la corte del virrey Antonio de Toledo y Salazar y fue dama de compañía de Leonor María de Carreto, en esta época aprendió latín en solo 20 lecciones.

Era conocida en la corte por su conocimiento, y tuvo reconocimiento y fama debido a e su erudición, logrando codearse con distintos intelectuales.

Para evadir el matrimonio, Sor Juana decidió entrar a la orden de las jerónimas en donde tuvo la oportunidad de estudiar y se dedicó a la escritura.

La obra de Sor Juana es abundante entre la que se puede encontrar obras de teatro, prosa y lírica que va desde los sonetos, las redondillas, los villancicos, entre otros.

Debido a una carta al sacerdote Antonio Vieyra que generó polémica tuvo que dejar los estudios y renunció a la literatura, aunque se dice que no se sabe con exactitud cuál fue la causa.

Murió víctima de tifus el 17 de abril de 1695, epidemia que existió en la época, se contagió mientras ayudaba a unas compañeras en el convento de San Jerónimo.

La obra de Sor Juana sigue siendo un referente en el mundo de las letras hispánicas y es una inspiración en el mundo de la literatura, varios premios y reconocimientos se basan en ella.  

Recordando a la gran escritora presentamos 5 poemas destacados de su prolífica obra.

A UNA ROSA

Rosa divina, que en gentil cultura
Eres con tu fragante sutileza
Magisterio purpúreo en la belleza,
Enseñanza nevada a la hermosura.

Amago de la humana arquitectura,
Ejemplo de la vana gentileza,
En cuyo ser unió naturaleza
La cuna alegre y triste sepultura.

¡Cuán altiva en tu pompa, presumida
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogida.

De tu caduco ser das mustias señas!
Con que con docta muerte y necia vida,
Viviendo engañas y muriendo enseñas.

QUE CONSUELA A UN CELOSO

Amor empieza por desasosiego,
solicitud, ardores y desvelos;
crece con riesgos, lances y recelos;
susténtase de llantos y de ruego.

Doctrínanle tibiezas y despego
conserva el ser entre engañosos velos,
hasta que con agravios o con celos
apaga con sus lágrimas su fuego.

Su principio, su medio y fin es éste:
¿pues por qué, Alcino, sientes el desvío
de Celia, que otro tiempo bien te quiso?

¿Qué razón hay de que dolor te cueste?
Pues no te engañó amor, Alcino mío,
sino que llegó el término preciso.

QUÉJASE DE LA SUERTE

¿En perseguirme, mundo, qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?

Yo no estimo tesoros ni riquezas,
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi entendimiento
que no mi entendimiento en las riquezas.

Yo no estimo hermosura que vencida
es despojo civil de las edades
ni riqueza me agrada fementida,

teniendo por mejor en mis verdades
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.

ESCOGE ANTES EL MORIR QUE EXPONERSE A LOS ULTRAJES DE LA VEJEZ

Miró Celia una rosa que en el prado
ostentaba feliz la pompa vana
y con afeites de carmín y grana
bañaba alegre el rostro delicado;

y dijo: -Goza, sin temor del Hado
el curso breve de tu edad lozana,
pues no podrá la muerte de mañana
quitarte lo que hubieres hoy gozado;

y aunque llega la muerte presurosa
y tu fragante vida se te aleja,
no sientas el morir tan bella y moza:

mira que la experiencia te aconseja
que es fortuna morirte siendo hermosa
y no ver el ultraje de ser vieja.

EN QUE SATISFACE UN RECELO CON LA RETÓRICA DEL LLANTO

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba;

y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía:
pues entre el llanto, que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.

Baste ya de rigores, mi bien, baste;
no te atormente más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste

con sombras necias, con indicios vanos,
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.


 Fuente: Elem, expansión, cultura genial.


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