Francisco Toledo fue un distinguido pintor y escultor. Activista de izquierda y un luchador incansable por los derechos y la visibilización de los pueblos indígenas, en especial de los zapotecas, al pertenecer a ella en su estado natal, Oaxaca. Es considerado el mayor exponente de la plástica mexicana de mediados del siglo X y su trabajo ha sido reconocido en Europa, Estados Unidos y América Latina por sus grandes aportaciones al arte.
Pero el reconocimiento a nivel internacional no es tan fraterno y memorial como el que se le tiene en su natal Oaxaca, donde la mayoría de la gente lo recuerda como un hombre dispuesto siempre a ayudar, humilde y sencillo en su actuar y su persona en general. Su ausencia a causa de su muerte se mantiene latente pero cada que se termina un proyecto que dejó en el tintero, la alegría y el júbilo es grande porque se continúa con el legado de Francisco Toledo.
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Tal es el caso de una obra póstuma del artista que falleció hace casi cinco años que se erige actualmente frente a un templo colonial en Oaxaca, estado natal de Francisco Toledo. A partir de un diseño creado y propuesto por el maestro originario del municipio de Juchitán, herreros tomaron manos a la obra para forjar una reja que protege el templo de San Felipe Neri que fue construído en el siglo XVIII y con gran fama por ser el recinto donde contrajo matrimonio Benito Juárez con Margarita Maza en el siglo XIX.
Este proyecto inició como un homenaje desde el año 2019, mismo en el que murió Francisco Toledo. Contó con la autorización del Instituto Nacional de Antropología e Historia, el consentimiento de la Arquidiócesis de Antequera Oaxaca y 40 benefactores convocados por la obra del artista.
La reja levantada frente a la iglesia tiene motivos religiosos como la forma de las muescas de los clavos utilizados en la época de Jesucristo y se entrelazan con sellos característicos de Oaxaca como los chapulines o saltamontes, que el mismo Francisco Toledo marcó en sus propias obras, según las palabras de la presidenta de la asociación Amigos del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) y del Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo e hija del artista, Sara López Ellitsgaard.
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«La cruz que tenía aquí representaba los clavos de Cristo entonces se trató de interpretar en este corte la figura de cómo antes elaboraban los clavos, que eran en forma cuadrada, que empezaban en una mayor dimensión y terminaban en cero«, agregó Óscar Valencia, uno de los arquitectos encargados de la obra.
Desde la expropiación de los bienes de la Iglesia en el siglo XIX, los templos de Oaxaca quedaron bajo el cargo del Gobierno federal, mismo que vendió a privados parte de los atrios después de la Guerra Cristera que enemistó y confrontó al clero con el Estado de 1926 a 1929.
Algunos inmuebles religiosos se protegieron con rejas atriales como la que se está terminando en San Felipe Neri por idea de Francisco Toledo, que data de 1733, pero con el paso de los años y terremotos quedaron inservibles.