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WHITE NOISE. LOS VIDEOS DE DAVID BOWIE

david bowie

Existe en YouTube un video de un jovencísimo Bowie de 22 años cantando “Space Oddity”. Todavía no era famoso, estaba en la lucha por dedicarse al arte y su extravagancia apenas se asomaba a través de unos lentes a la Lennon y en un gorro rojo. Canta la historia de Major Tom en una especie de malograda nave espacial. Es una demostración de ingenuidad y ternura; cualquiera habría afirmado que el cantante no tenía ninguna oportunidad y quedaría olvidado en el universo de la música pop como el personaje de su canción.

Pero, como se ha repetido hasta el cansancio, si Bowie sabía hacer algo era transformarse. Así lo hizo durante toda su vida hasta que la muerte nos tomó por sorpresa. A nosotros, porque ya sabemos que él todo lo tenía planeado.

Lo primero que la mayoría escuchamos de Blackstar fueron dos canciones que venían acompañadas de sus respectivos videos. De hecho, esos dos videos sirvieron para explicarnos cuál sería el siguiente paso del Camaleón. Apuntaban a grandes obras en el futuro. El cantante parecía listo para seguir sorprendiéndonos.

Lejos, muy lejos, quedaba aquel Bowie veinteañero con sus videos de baja calidad. Desde los noventa la estética audiovisual que desplegó convertía a sus canciones, no sólo musicalmente en grandes obras, sino que eran también explosiones creativas audiovisuales tan fascinantes que es complicado apartar la vista. Pero no siempre fue así. En los ochenta Bowie no sólo tuvo discos flojos, sino también videos aburridos o de plano, ridículos.

David Bowie

Me di a la tarea de ver los 51 videos que Bowie hizo durante su vida. Fue una labor agotadora. Pasé de la tristeza por su muerte a preguntarme por qué había decidido revisar lo menos atractivo de su carrera. Pero, como un héroe, logré mi cometido y clasifiqué todos y cada uno de ellos, desde el mejor realizado, hasta los adefesios que de plano sería mejor olvidarlos.

De la lista entera decidí escribir sólo sobre los diez primeros, aquellos que a mi parecer cumplen las siguientes características: una estética abrumadora, en otras palabras sencilla de recordar por el impacto que puede ocasionar en el vidente; que el video tuviera más imaginación que aquella de mostrar al cantante cantando y ya, mejor si se cuenta una historia o por lo menos cierta narrativa; y que exploraran una correlación entre canción e imagen, que de alguna manera las dos expresiones estuvieran conectadas. Todo esto a veces se perdía frente a los videos que muestran a Bowie en directo. Ya sólo nos queda eso, cuando queramos explicarles a nuestros hijos o sobrinos o lo que sea, quién era Bowie, las presentaciones que rondan la red será una de las mejores herramientas para entender el poder y las habilidades del músico.

Escribo esto muchos días después de su muerte. Ahora que la ola de pesar mezclado con admiración comienza a disminuir, ésta es una de mis formas de homenajearlo. No sólo en sus grandes aciertos, en su genialidad y sus habilidades como compositor, sino también en sus errores y equivocaciones artísticas. Porque ningún grande de verdad atina siempre en la diana.

Durante los ochenta, la producción de videos de Bowie es bastante grande. Lo malo es que la mayoría de ellos son también bastante malos. Ejemplos son varios, aunque las canciones puedan ser grandes, los videos eran una muestra de todo lo malo que era MTV en los ochenta. Creo que “Dancing in the Street” merece estar al final de la lista porque no hay algo peor que dos rock stars jugando a que hacen un video sin idea ni planeación. En serio: ¿sólo porque es Bowie tenemos que amar eso?

David Bowie

Por otro lado, “Blue Jean”, dirigido por Julien Temple, me parece que es un video que envejeció de forma digna. La canción es un simple y divertido rock tradicional, algo similar al video en donde Bowie interpreta dos personajes. Por un lado, una especie de profeta del rock testificando sobre el escenario y por el otro, un yuppie que no sabe cómo conquistar a su chica. Sencillo y gracioso, nos recuerda que Bowie también sabía jugar con la comedia.

“Hallo Spaceboy”, junto a “The hearts filthy lesson” y “Little Wonder”, es una de las glorias audiovisuales del Bowie de mediado de los noventa. Después de un periodo musical poco apreciado por muchos y cuando parecía que se volvería en una estrella más del pop decadente, el cantante regresó con sonidos distintos y algunos videos de estética ligeramente gore, justo para acompañar la música industrial de las nuevas canciones. En la versión original de “Hallo Spaceboy” había más industrial y menos pop; estaba planeada para que fuera interpretada por Bowie y Nine Inch Nails. La versión que triunfó fue un remix de los Pet Shop Boys, edulcorada lo suficiente para convertirse en éxito pero sin caer en comercialismo excesivos.

En el video, dirigido por David Mallet, podemos ver una edición de imágenes inquietantes de televisión y cine clásico. Un recuerdo de “Under Pressure”, pero mucho mejor realizado.

David Bowie

En la misma década vimos “The hearts filthy lesson”, dirigido por Samuel Bayer y parte del disco Outside. El video consiste en una serie de imágenes inquietantes que hacen referencia a la historia que cuenta el disco: en un futuro distópico el arte se ha transformado y ahora se realiza con los cuerpos de personas asesinadas y desmembradas. Bowie parece el personaje principal del disco, Nathan Adler, quien se ocupaba de separar el arte de la basura. La canción terminó no sólo en un video estéticamente extraño, sino en los créditos de la película Seven de David Fincher. Bowie había regresado con fuerza.

Dos años después los televisores escupieron el video de la canción “Little Wonder”. Este fue dirigido por Floria Sigismondi, quien también trabajaría en otros videos del compositor: “Dead Man Walking”, “The Next Day” y la enorme “The Stars (Are out Tonight)”.

En “Little Wonder” se puede ver a un joven Bowie que recorre Nueva York recolectando pequeños objetos bizarros que después envía dentro de una maleta al Bowie adulto. Éste lleva un parche en el ojo derecho, si aquel que no tenía siempre la pupila dilatada. Entre los objetos que consigue el primer personaje hay un ojo. Ah, los noventa, cuando Bowie tenía el mejor peinado del rock.

Dominic Hawley y Nic Goffey, mejor conocidos como Dom and Nick, son dos directores de videos y anuncios. The Chemical Brothers y Supergrass aparecen entre sus clientes frecuentes. También trabajaron con Bowie en el 2000 con un video que nunca apareció al aire y que no figura en su video grafía oficial: The Pretty Things Are Going to Hell”. Tres años antes filmaron “I’m afraid of americans”, una pesadilla que combina el amor de los estadunidenses por las armas con claras referencias a Taxi Driver. Un Trent Reznor muy encabronado persigue a Bowie por las calles de Nueva York, el inglés huye despavorido mientras observa escenas de violencia en donde distintas personas sostienen y usan armas de fuego imaginarias. El video pone los pelos de punta cuando Reznor apunta su rifle de asalto imaginario hacia Bowie. Excelente.

Hacia el último año del milenio Bowie entrega Hours… disco regular que abría con la canción “Thursday’s Child”. El video, dirigido por Walter Stern, en apariencia sencillo, muestra a Bowie junto a la que sería su mujer o esposa. Ambos con una vida monótona. Frente a ellos, el espejo los refleja con muchos años menos. En el video y en el disco, Bowie voltea hacia atrás, sopesando lo que ha hecho hasta entonces. La idea es conmovedora, tal vez pudo tomar decisiones completamente distintas, pero asume cada una de sus acciones.

Después de diez años de silencio Bowie sorprendió a todos con The Next Day en el 2013. Ese gran disco tuvo cuatro videos a la altura de la obra sonora: “Valentine’s Day”, “Where Are We Now?”, “The Next Day” y “The Stars (Are out Tonight)”. Los dos últimos fueron dirigidos por Sigismondi y uno de ellos roza la perfección narrativa y audiovisual.

“The Next Day” ocasionó cierto escándalo por sus referencias al mundo cristiano en clave burlona. El actor Gary Oldman interpreta a un sacerdote que acude al bar El Decamerón buscando una prostituta, representada por la actriz Marion Cotillard. Aquí se puede ver unos ojos en bandeja, cardenales perversos y estigmas que escupen sangre. El final es hilarante: Bowie agradece a todos los que participaron en el video y desaparece. Una pequeña obra de arte de casi tres minutos.

En “The Stars (Are out Tonight)” parece que Bowie enfrenta la fama y la obsesión por la vida de los artistas de la manera más extraña posible. El cantante y Tilda Swinton forman una tranquila y anónima pareja que disfrutan de una existencia trivial, hasta que comienzan a ser acosados por dos famosos. Al final, los famosos también tienen una vida aburrida, pero el público, todos nosotros, nos convertimos en extraños monstruos que quieren romper la barrera de la privacidad a toda costa. Con una atmósfera inquietante y bizarra, el video se convierte en un cortometraje que está a la misma altura que la canción.

Era bastante obvio que en los dos primeros lugares aparecerían los últimos dos videos que Bowie pudo crear en compañía del director Johan Renck. Tal vez es porque su muerte está muy cercana, pero los dos son un excelente de ejemplo de cómo el artista utilizaba también este medio para redondear la obra sonora.

David Bowie

La única razón que permite a “Lazarus” aparecer en segundo lugar es porque “Blackstar” es una canción que rompió esquemas desde múltiples perspectivas. “Lazarus” es una pequeña obra de arte en la que Bowie nos explica claramente su enfermedad y el desenlace que conocía muy bien desde hace más de un año. El cantante interpreta a un hombre en su cama, probablemente a un desahuciado, y también a una especie de espectro que debe escribir antes de encerrarse en un closet. Una puerta que el mismo Bowie cierra, despidiéndose de todos nosotros. Grande, grande Bowie.

Pero entonces llega “Blackstar”. Verlo es sumergirse en un surrealismo estilo Bowie durante diez minutos. Renck explicó que el cantante estuvo involucrado en la creación de esta obra. Un ejemplo es la chica con cola que aparece al principio, una idea del compositor. Así como los bailarines que se mueven constantemente, que fue tomado de las viejas caricaturas de Popeye, en las que los personajes que no están haciendo nada se mueven arriba y abajo.

Es de los videos más extraños del cantante. Se pueden encontrar tres personajes, el primero, un hombre cegado con ojos de botón, un muñeco adolorido. El segundo, un alegre hombre, fanfarrón que quiere convencernos de algo. El tercero, un sacerdote en medio de su servicio convirtiéndonos a la religión del Camaleón. Sí, Bowie, sí, creemos, te creemos, en el día de la ejecución nos hemos convertido. Creemos, vaya que creemos.


Por Daniel Herrera / @puratolvanera


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