El deporte de élite de las ligas más competitivas del mundo se enfrenta a uno de los mayores descréditos de su historia ¿la razón? La recurrencia en todo tipo de fraudes y trampas con tal de conseguir títulos y trofeos, todo de la mano de las gigantescas ganancias en patrocinios y apuestas. Han sido muchos los casos donde la mentira ha manchado la ética del esfuerzo físico, colectivo e individual. Aquí los recientes botones de muestra.
Lance Armstrong
La pulsera amarilla se pasó de EPO-tueste
Siete veces ganador del tour de Francia y considerado como el atleta más dominante de su época, Babyface superó el cáncer gracias a su voluntad de hierro.
Creó la asociación Livestrong, que genera decenas de millones de dólares para combatir el mal que lo aquejó y como cereza del pastel, su boda en 2004 con la cantante Sheryl Crow…qué más se le puede pedir a la vida. Sin embargo, la mentira (muy de la mano de la envidia) lo ha alcanzado.
Lance Armstrong ha sido despojado de todo título ganado a partir de 1998. Fue encontrado culpable por la Agencia Estadounidense Antidopaje (USADA) por dopaje con EPO y tráfico de drogas, al ser señalado por 26 testigos (incluido Frank Andreu, ex compañero de equipo de Lance, y Floyd Landis, despojado por dopaje de su corona del Tour).
La USADA detectó “la mayor y más sofisticada trama de dopaje en la historia reciente del deporte” en los equipos US Postal y Discovery Channel, el cual fue impulsado por Lance. Básicamente se robó las glorias del ciclismo por una década, a tal grado que Tyler Hamilton declaró el 11 de octubre que “Lance debe decir la verdad por el bien del ciclismo” tras aceptar que ambos se dopaban.
A pesar de que Armstrong y abogados siguen negado toda acusación, acaba de explotarles otra bomba (vía BBC) donde se acusa al ciclista de comprar etapas en EU. Stephen Swart confirmó que Coors, su ex equipo, recibió 50 mil dólares para que Lance pudiera cobrar un millonario bono en 2004. La avalancha sólo se hace más grande.
Santos & Patriotas
Nada de uno ni de otro
Nueva Inglaterra consiguió tres anillos de Super Bowl y dos de las rachas de victorias más largas en la historia de la NFL entre 2001 y 2005. Tom Brady como gran estrella de la mano de Gisele Bundchen, tiempos felices de una época dorada.
Sin embargo, en la temporada 2007 el equipo dirigido por Bill Belichick fue sorprendido tomando video de los coaches de los Jets de NY para robar su señales.
Fue la punta del iceberg. El equipo aceptó que esta práctica ilegal la hacían desde el 2000 con sus equipos oponentes. La desventaja de los contrincantes de los Pats era tanta como jugar sin casco. Aunque fueron amonestados y multados con severidad, el verdadero golpe para Nueva Inglaterra fue el descrédito de sus campeonatos y la marca de un equipo tramposo, vigente hasta hoy.
Parecía que nada superaría el estigma embustero de los Pats hasta que fue puesto en evidencia el sistema de gratificaciones por lesionar rivales implementado los Santos de Nueva Orleans, un sistema impuesto por su coordinador defensivo Gregg Williams y avalado por el entrenador en jefe Sean Payton.
La piedad no existe en la NFL pero sí el deportivismo y eso se cuida a ultranza. El sistema consistía en lesionar a jugadores oponentes claves y, por cada lesión, los Santos de Nueva Orleáns recibían una gratificación económica.
Fueron 27 jugadores los que participaron en este sistema desde 2009, una práctica que les ayudó a conseguir su primer campeonato en la historia (2011). Pero para lesionar y sacar de un partido a un jugador profesional se necesita algo más que un buen golpe. Kurt Warner y Brett Favre, mariscales de élite, fueron lesionados abusivamente en playoffs por Nueva Orleans.
De castigo, el alto comisionado de la liga, Roger Goodell, multó con medio millón de dólares a la franquicia, suspendió un año a Sean Payton y se les quitaron las selecciones colegiales de 2012 y 2013, más la suspensión del apoyador Jonathan Vilma. Así termina la época dorada de los Santos con su mariscal Drew Brees: rompiendo récords y rezando por que no hagan lo mismo con él.
Marion Jones
El alma máter de la mentira
Los Juegos Olímpicos se destacan por ser la máxima deportiva del mundo donde a pesar de las rivalidades, el respeto y hermandad entre atletas significa la sana comunión entre los países. Esa es su intención.
En Sydney 2000, Marion Jones fue la reina con sus 5 medallas en pruebas de velocidad y salto de longitud, toda una proeza.
Tuvo una cobertura masiva por los medios estadounidenses quienes la colocaron como el referente más importante de la justa olímpica, sin embargo, las mieles se amargaron de manera vertiginosa.
Tras separarse de su primer marido, C.J. Hunter (envuelto en un escándalo de dopaje), Jones se casó con Tim Montgomery y juntos formaron “la pareja más veloz del planeta”. Todo explotó en 2004: los laboratorios Balco aceptaron la fabricación del ultramoderno dopador THG y Marion salió como una de sus consumidoras.
Ese año, los juegos de Atenas fueron un fracaso para Jones, algo que empeoró tras mentir en reiteradas entrevistas y ante dos grandes jurados en Estados Unidos acerca de casos de distribución de sustancias prohibidas. La mentira fue insostenible en 2007, cuando Marion Jones se derrumbó aceptando que se dopaba desde 1999.
Fue despojada de todos sus logros deportivos, medallas olímpicas y tuvo que devolver sus premios económicos. Pasó seis meses en prisión con 800 horas de trabajos comunitarios. Su trampa ensució toda una época olímpica: es como si las hazañas de Usain Bolt se debieran al dopaje, así de desolador.
¡Mamma mia con el Calciopoli!
En 2006 la Juve tenía el scudetto garantizado pero nadie festejaba: era de dominio público que la investigación a la Federación Italiana de Futbol era muy grave.
Se desenmascaró una red para lograr fraudes masivos vía decisiones arbitrales en partidos claves de la serie A italiana, un escándalo que involucró a Lucciano Moggi y Antonio Giraudo, altos directivos del Juventus, y a Paolo Bergamo y Pierluigi Parietto, cabezas del arbitraje.
Los clubes beneficiados y castigados en su momento fueron el Milán y la Lazio (multa económica, suspensión de Champions League y resta de puntos) y la Juventus y Fiorentina, quienes además descendieron a la segunda división italiana.
El daño moral se suponía de tal magnitud que con las sanciones se corregirían los vicios, sin embargo, el reciente escándalo de manipulación y apuestas que incluye al menos 11 jugadores (entre ellos el seleccionado azzurro Leonardo Bonucci) hizo que el primer ministro italiano, Mario Monti, propusiera cerrar la liga tres años:
“Es particularmente triste que un mundo como el del deporte, que debería ser expresión de los más altos valores, termine siendo un concentrado de aspectos tan reprobables como la deslealtad, la ilegalidad y el engaño”. Como bien dice la estrella de la Roma, Danielle de Rossi: “esta vez es peor que en 2006 pues sólo habían sido dirigentes, ahora son compañeros de la selección nacional”. Trama digna de una ópera de Puccini.
Ligas Mayores, problemas aún más
Quien es seguidor del juego del diamante sabe que las estadísticas tienen un peso absoluto en el béisbol profesional. Parte del fanatismo reside en las implicaciones en cada pitcheo y swing. Los máximos jonroneros son quienes se llevan la tajada más abultada en publicidad y sueldos. Eric Gagne, ex pitcher, denunció en su autobiografía que al menos el 80% de sus compañero de LA Dodgers se dopaban y que era práctica regular en las mayores. Barry Bonds, José Canseco y Marc McGwire admitieron el uso de esteroides durante mucho tiempo so pretexto de que la MLB no los regulaba, indiscutiblemente mermó la validez de sus récords.
El complejo caso de Roger Clemens, catalogado por especialistas como uno de los cinco mejores pitchers de la historia, enturbió la credibilidad en el auditorio norteamericano, que siempre lo tuvo como un referente de pulcritud deportiva.
The Rocket fue acusado por usar de sustancias prohibidas por el entrenador de los Yankees, Brian McNamee, los pitchers Andy Petite y Jason Grimsley.
Una novela televisada digna de Perry Mason, más de tres años de audiencias y juicios, fueron retirados los cargos. Sin embargo, pocos son los crédulos en la inocencia de Clemens por el abuso tolerado de sustancias prohibidas por parte de la MLB. Lo más cuestionable reside en el ejemplo de los millones de jóvenes seguidores y futuros jugadores en lo que hasta la fecha no hay una respuesta favorable.