Un año después de que la revista The Craftsman publicara el ensayo de la ilustradora Pamela Colman-Smith a continuación citado; ésta dedicó seis meses a crear lo que se convertiría en la baraja de tarot más popular del mundo. Sus interpretaciones gráficas de cartas como El Mago, La Torre y El Ahorcado ayudaron a los lectores a entender la historia de cada tirada recién repartida.
«Como ejercicio, dibuja una composición de miedo o tristeza, o de gran dolor, simplemente no te preocupes por los detalles ahora, pero en unas pocas líneas cuenta tu historia. Luego enséñalo a cualquiera de tus amigos, o familiares, o compañeros de estudios, y pregúntales si pueden decirte qué es lo que has querido representar. Pronto sabrás cómo hacer que cuente su historia»
Pamela Colman-Smith, ‘¿Debe pensar el estudiante de arte?’, julio de 1908.
Colman-Smith -conocida por sus amigos como «Pixie»– recibió el encargo de ilustrar una baraja de tarot por parte del estudioso del ocultismo y escritor Arthur E. Waite, miembro de la sociedad ocultista británica Orden Hermética de la Aurora Dorada.
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En una carta humorística a su eventual defensor, el fotógrafo Alfred Stieglitz, Colman-Smith (1878 – 1951) describió sus 80 cuadros de tarot como «un gran trabajo por muy poco dinero». Aunque Waite tenía algunas ideas visuales específicas con respecto al «significado astrológico» de varias cartas; Colman-Smith gozaba de mucha libertad creativa, sobre todo cuando se trataba de los Arcanos Menores o cartas pip.
Estas 56 cartas numeradas se dividen en palos: varas, copas, espadas y pentáculos. Antes de la contribución de Colman-Smith, el único ejemplo de Arcanos Menores completamente ilustrados se encontraba en la primera baraja que se conserva, la Sola Busca, que data de principios de la década de 1490. Algunas de sus cartas de Arcanos Menores (en particular el 3 de Espadas y el 10 de Bastos) hacen referencia explícita a esa baraja, que probablemente encontró en una expedición de investigación al Museo Británico.
La mayoría de las imágenes son de la propia invención de Colman-Smith, basadas en su sinestesia sonido-color y en la música clásica que escuchaba mientras trabajaba. Su temprana experiencia en una compañía de teatro itinerante le ayudó a transmitir el significado a través del vestuario y la actitud física.
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Sobre el Tres de Pentáculos, la bruja del noroeste del Pacífico y tarotista, Moe Bowstern, dijo:
«Los pentáculos son el palo de la Tierra, que representa la estructura y los cimientos. Los diseños de Colman-Smith, influenciados por el teatro; identifican aquí las ocupaciones de tres figuras al pie en de lo que parece ser el ábside de una catedral: un carpintero con herramientas en la mano; un arquitecto que muestra los planes al grupo; un monje tonsurado, claramente el administrador del proyecto de construcción».
«La impresión general es la de estar construyendo juntos algo que es mucho más grande que cualquier individuo y que puede durar más que cualquier vida individual. La colaboración se basa en el trabajo material de la construcción de los cimientos, que requiere muchos puntos de vista».
«Un toque especial de Pixie Smith es la elevación física del carpintero, que había sido colocado en el escalón más bajo de las jerarquías de la sociedad medieval. Smith lo tiene en un banco, mostrando la importancia de poner manos a la obra».
Moe Bowstern.
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Durante años, las cartas de Colman-Smith fueron conocidas como el mazo de tarot Rider-Waite. Con ello se hacía un guiño al editor William Rider & Son; pero se omitía dar crédito a la artista responsable de las distintivas ilustraciones. Se sigue vendiendo bajo ese nombre, pero últimamente los entusiastas del tarot han modificado personalmente el nombre a baraja Rider Waite Smith (RWS) o Waite Smith (WS) por respeto a su hasta, ahora, poco reconocida co-creadora.
Aunque Colman-Smith es más recordada por sus imágenes de tarot, también fue una célebre narradora; ilustradora de libros infantiles y de una colección de cuentos populares jamaicanos; creadora de elaboradas piezas de teatro de juguete y realizadora de imágenes en favor del sufragio femenino y del esfuerzo bélico durante la Segunda Guerra Mundial.
Es triste, pero no sorprendente, saber que esta interesante y polifacética mujer murió en la pobreza en 1951. Sus pinturas y dibujos se subastaron y las ganancias se destinaron a pagar sus deudas. En su certificado de defunción no figuraba como artista, sino como «Soltera de recursos independientes». Al carecer de fondos para una lápida, fue enterrada en una tumba sin nombre.
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