Maud Wagner fue una artista de circo y la primera mujer tatuadora profesional, de origen estadounidense. La artista circense un buen día decidió alejarse del circo y viajar por el país con su familia. De manera independiente y para mantenerse, se presentaban en ferias, salas de juego o teatros como tatuadores profesionales y se vendían ellos mismos como atracciones. Ya que Maud también se tatuaba a sí misma y, junto con los tatuajes que le realizaba su marido, armaban sus espectáculos de freaks.
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Su acercamiento al mundo del tatuaje se dio de aprendiz. Maud vio como mentor a Gus Wagner, quien la llevó por el camino del arte en la piel y comenzó con la técnica de tatuaje tradicional conocida como hand poked o stick and poke. Este tipo de tatuaje como su traducción lo indica, se hacen empujando a mano una aguja esterilizada; todo es a mano y sin la ayuda de ningún motor o máquina.
“Si quieres salir conmigo hay una condición, que me inicies en el mundo del tatuaje”.
Maud cuando comenzó a salir con Gus Wagner
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La artista más tarde se convirtió en una talentosa tatuadora y así la primera en poner en alto esta noble profesión. Desde entonces Maud y Gus fueron de los pocos tatuadores que trabajaban a mano, es decir, sin ayuda de la máquina para tatuar eléctrica. Que por cierto ya había sido inventada en 1891 por Samuel O’Reilly a partir de la pluma eléctrica de Thomas Edison. Cabe mencionar que con esa técnica se lograban diseños muy detallados, pero exigía bastante trabajo dado que los tatuajes se realizaban de manera manual con un palillo o aguja que se mojaba en tinta.
Fue una historia realmente muy de película. La pareja se tatuaba mutuamente; él le dibujó animales míticos y salvajes, plantas exóticas, mujeres indígenas e incluso su propio nombre. Lamentablemente no existen registros de los diseños de Maud Wagner, ni fotografías en alta resolución de ellos, lo único que sobrevivieron fueron los dibujos de su esposo.
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Se le reconoce doblemente su trabajo porque Maud se abrió camino durante una época en donde los tatuajes no eran bien vistos. Sobre todo porque se les consideraba como un arte salvaje o solo de las clases bajas. Fue así como esta artista tuvo el valor de romper los prejuicios de la sociedad, y de demostrar que las mujeres también tenían cabida en un medio por hombres.
El matrimonio abrazó tan fuerte esa pasión que sentían por el tatuaje que llevaron por todo el país este tipo de arte. Como dato histórico la fotografía de Maud Stevens Wagner posando orgullosa mostrando sus tatuajes en una blusa strapless, es icónica. Considerada hoy en día como un documento que registra a aquella primera mujer tatuadora.
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Cinthia Flores
Fotógrafa y reportera.