En días recientes vimos en la serie Stranger Things una escena donde Eddie Munson, uno de los personajes principales de la cuarta temporada, interpreta un solo de guitarra pero no es cualquiera, pues se trata de aquel que podemos apreciar en la canción «Master Of Puppets», de la banda Metallica. Esto hizo que muchos seguidores jóvenes de la emisión de Netflix, se volcaran a buscar el tema y cosas relacionadas a la banda de thrash metal. Lo que nos remontó a este texto realizado en el 2016, donde se aseguraba que ésta es la primera generación que no conoce al grupo liderado por James Hetfield y Lars Ulrich:
Por Arturo J. Flores / @ArturoElEditor
El episodio dedicado a Metallica en el canal de YouTube “Kids react to music” resultó particularmente controvertido. Miles de viejos headbangers no conseguían explicarse cómo es que a un infante en los tiempos de Justin Bieber no pudiera gustarle la música del cuarteto. Peor aún, hubo quienes criticaron la educación que esos padres les daban a sus hijos. Entre los niños a quienes se expuso a la música de James, Kirk, Lars y Robert, ninguno había escuchado nunca la palabra “Metallica”.
“Si tus padres te criaron como deberían, sabrías qué grupo es”, publicó alguien en los comentarios del video.
Sin embargo, cuando los responsables de la cápsula le contaron a los chiquillos que Metallica suma ya más de 30 años de actividad, que hasta la fecha graban discos y salen de gira, una niña expresó algo con lo que fans, detractores, y hasta los integrantes de Metallica deben estar de acuerdo: “eso es como vivir en un sueño hecho en realidad”.
ST. ANGER
En 1976, James Hetfield aún no se volvía alcohólico ni se entretenía cazando osos. Tampoco se había parado por equivocación sobre uno de los fuegos artificiales del escenario en Montreal, causándose graves quemaduras en el brazo, la cara y las piernas. Casualmente interpretaba “Fade to black”, que por poco se vuelve su carta de despedida del mundo. “No puedo entender este infierno en el que vivo”, dice uno de los versos de la canción. Pero aún no sucedía.
Cuando tenía 13 años se enfrentó a uno de los sucesos que más influirían en su vida. La muerte de su mamá. Una católica de fuertes convicciones que no creía en las bondades de la medicina. Se dejó morir de cáncer antes que confiar en un tratamiento. El golpe emocional, sumado al desapego paterno, convirtió al joven James en un adolescente iracundo que encontró en las lecciones de piano, batería y guitarra, una forma de encauzar su enojo. Quizá por eso es que se acostumbró a cantar enfadado. Hasta volverlo su marca registrada. Tanto que incluso una canción como “Nothing else matters” la interpreta como si estuviera experimentando el peor enfado de su existencia.
Pero antes de que ni siquiera pensara en componer ese tema, que habla de mantener una relación amorosa cuando te la pasas de gira con tu banda, James tendría que responder a un aviso impreso en las páginas de un diario, en el que un desconocido preguntaba si alguien quería formar parte de un grupo de rock.
BATTERY
En 1980, Lars Ulrich ni se imaginaba que veinte años más adelante leería ante el Comité Jurídico del Senado de los Estados Unidos un documento en el que acusaría a Napster por violación a los derechos de autor. Entonces no existía internet y él no se había convertido en el baterista de una banda de metal. Entonces ese joven nacido en la ciudad danesa de Gentofte solo aspiraba a jugar tenis profesional, igual que su padre, quien jugó varias copas Davis.
Y así hubiera sido si su progenitor no hubiera llegado un día a la casa sacudiendo como abanico cinco boletos para el concierto de Deep Purple. Uno de los amigos del señor no pudo ir. Así que a Torben Ulrich se le hizo fácil llevar a su hijo de nueve años. De no haber actuado así, la música no se hubiera inoculado en el sistema nervioso del chaparrito, al grado de irse a comprar el disco Fireball (1971) al día siguiente. Tanto se obsesionó Lars con aquel sonido de la primera ola de heavy metal británico, que tres años después su abuela le obsequió su primer set de batería.
Eso sí le trastocó la existencia. Mandó a freír espárragos el deporte. Aunque antes se tenía que mudar a Los Angeles y publicar un anuncio en un periódico buscando locos que quisieran sumarse a su aún inexistente banda de rock.
SOME KIND OF MONSTER
Existen muchas personas en Estados Unidos a quienes una superestrella de rock alguna vez les sirvió una hamburguesa. Entonces, a muchas de ellas, no les era familiar el nombre de Kirk Hammett, un jovencito de 15 años que aceptó trabajar en Burger King para comprarse un amplificador.
Tendría que pasar mucho tiempo para que tuviera a su disposición una auténtica muralla de Marshalls, además de un harén de guitarras. Incluso dos diseñadas ex profeso para él, por parte de la marca ESP.
Nada de eso hubiera pasado si a los cinco años no se hubiera hecho un esguince en el brazo después de pelear con su hermana. A consecuencia, el jovencito Hammett se tuvo que resignar a cambiar los juegos pesados por extensos maratones de cine de horror en la televisión. Se volvió tan aficionado a los zombies, vampiros y frankensteins, que muchos años después se daría el lujo de inaugurar su propio festival de horror, el Kirk Von Hammett’s Fear FestEvil. Al que invitó a los hijos de sus actores favoritos, Boris Karloff y Béla Lugosi.
Para que eso sucediera, antes tuvo que hurgar por aburrimiento entre la colección de discos de su hermano Rick. Ahí encontró uno de Jimi Hendrix, que pinchó sin pensarlo. “¿Pero qué mierda es eso?”, debe haberse preguntado cuando ya le picaban los dedos por seguir, en el aire, las pulsaciones que salían por la bocina.
TURN THE PAGE
Roberto Agustín Miguel Santiago Samuel Trujillo Veracruz posee el sueño húmedo de los currículos metaleros. En el apartado de “empleos anteriores” destacan nombres como el de Suicidal Tendencies, Ozzy Osbourne, Black Label Society, Jerry Cantrell, Glenn Tipton y Mass Mental.
El apartado que corresponde a “actualidad” no es menos enviadiable: bajista de Metallica. En su instrumento lleva impreso un calendario azteca.
Su puesto lo ocuparon antes Ron McGovney, Cliff Burton y Jason Newsted.
Pero para que Roberto se enamorara del bajo, sus padres, de origen mexicano y nativo americano, tendrían que mostrarle la música de Jaco Pastorius. Y, además, su vida no habría dado un vuelco de no haber conocido a los integrantes de Metallica cuando Suicidal Tendencies actuó como telonero de la gira europea de Nowhere Else to Roam en 1993.
En los bastidores, mientras Metallica descargaba su poder en el escenario, es posible que por la cabeza del joven Roberto cruzara un pensamiento: “¿Alguna vez formaré parte de una banda tan grande?”.
La respuesta vino diez años después en forma de una llamada telefónica:
—Hey, Robert, Jason no está más con nosotros, ¿te gustaría audicionar para Metallica?
FIGHT FIRE WITH FIRE
Una fecha importante. El 14 de marzo de 1982, Metallica ofreció su primer concierto como agrupación. Ulrich le robó el nombre a su amigo Ron Quintana, que estaba entre éste y MetalMania, para bautizar su fanzine. El segundo sería abriéndole a Saxon.
Ese mismo año Hetfield y Ulrich, que desde un principio se empoderaron como gerentes de la banda, le dieron las gracias a McGovney. El tipo se limitaba a tocar, pero nunca compuso ni la mitad de un acorde. Cantante y baterista le propusieron a Cliff Burton, del grupo Trauma, a quien vieron en acción en el escenario del Whiskey A Go Go, que se sumara a su proyecto. Un año después se deshicieron de Dave Mustaine, a quien también reclutaron vía un anuncio en el periódico. Si bien a todos les gustaba beber, el abuso de parte del rubio guitarrista volvía insostenible su relación. Por no mencionar sus ataques de ira. Gracias a su despido existe Megadeth.
Y es la misma razón también por la que Kirk dejó a Exodus para integrarse a Metallica.
SAD BUT TRUE
Un resumen. Luego de lanzar algunos demos indie, el 25 de julio de 1983 se publicó Kill ‘Em All, el primer disco de Metallica. Originalmente llamado Metal up your ass, el disco fue cobijado por Megaforce Records. Aunque al principio no representó un gran éxito, terminó por vender 60 mil copias un año después. En sus 10 canciones se cocina lo que más adelante sería la marca registrada del grupo: velocidad, ruido, agresividad, actitud. Pero también una capacidad desbordante para tejer melodías. El 27 de julio se lanzó Ride the Lightning, el segundo álbum de la agrupacion. Grabado en Copenhague por Flemming Rasmussen, muestra una mayor ambición creativa de parte de los ejecutantes. Canciones más largas, complejas, con variaciones de tiempo, cambios de dirección e instrumentos acústicos. Es el disco que provocó que Elektra Records fichara a Metallica.
MASTER OF PUPPETS
Así se llama el que para muchos —yo incluido— es el punto más alto de creatividad, contundencia, originalidad y trascendencia musical de Metallica. Un disco en el que la banda expone una voz propia. En la que sus ejecutantes dominan mejor sus instrumentos. La producción, Rasmussen una vez más tras la consola, se muestra más impecable. No resta brutalidad pero al mismo tiempo hace justicia a las composiciones, entre las que destaca la que da título al álbum, además de otras como “Welcome home (Sanitarium)”, “Disposable heroes” o “Battery”, jamás superadas por sus autores. James canta mejor que nunca. Kirk es una fuente inagotable de figuras y riffs. Cliff hace lo que se le da la gana con su bajo. Lars marca ritmos apelmazantes, cuasi marciales, que sirven como alfombra para que sus compañeros coloquen cambios de sentido, extensas instrumentaciones y, sobre todo, un metal que para mediados de aquella década remota sonaba fresco y novedoso. Master of puppets se ubica en la frontera de lo comercial-amigable y el culto a la autenticidad. Salió a la venta en marzo de 1986, hace exactamente 30 años y en 2006 fue tocado íntegro y en orden para conmemorar los 20 años de su lanzamiento.
Paréntesis: El 27 de septiembre de 1986, durante la gira europea de Metallica, un accidente de carretera le costó la vida a Cliff Burton. Horas antes los músicos se habían sorteado las literas del autobús. Burton perdió y le tocó dormir en la que le correspondía a Kirk. Lo voy a escribir otra vez: Burton perdió.
Los sobrevivientes se plantearon la posibilidad de desintegrar al grupo. Pero buscaron un reemplazo y lo encontraron en Newsted, quien provenía de Flotsam and Jetsam, una agrupación de thrash metal de Phoenix. Para incorporarse al grupo, el bajista tuvo que hacer dos cosas: aprenderse el repertorio completo de Metallica y zamparse una bola de wasabi.
THE CALL OF KTULU
Junto a Newsted, en 1987 Metallica grabó un disco de covers, The $5.98 E.P.: Garage Days Re-Revisited. Reversionó clásicos de Diamond Head, Killing Joke y Misfits, entre otros. Sirvió como preparación para lo que se considera como uno de los álbumes de rock duro más influyentes y populares de la historia, además de que inauguró el periodo de decadencia, piensan los fans más ortodoxos; uno del que la agrupación no ha conseguido salir hasta la actualidad. Pero antes de eso Metallica tenía que preparar el terreno. …And justice for all, publicado el 25 de agosto de 1988, funcionó para que el mundo se enterara que las cuatro cuerdas quedarían bajo la responsabilidad de Jason.
Rasmussen repitió como productor, apostando esta vez por la crudeza. Si bien las canciones son tan intrincadas como en Ride the lightning, el sonido se volvió más sucio. Con “One”, uno de los más trascendentes de sus cortes, fue la primera vez que Metallica apareció en un video. Entre tomas del grupo tocando, que son sus predilectas, se intercalaron escenas de la película Johnny got his gun (1971). La historia de un soldado que pierde las piernas, los brazos, los ojos, la boca y el oído en la guerra, quedando reducido a un tronco viviente sumido en terribles pesadillas.
THE THING THAT SHOULD NOT BE
Se llama Metallica. Pero en el argot metalero se le conoce como “el disco negro”. Uno que simbólicamente abrió un hoyo negro creativo en el que la banda está prisionera: el de la comodidad. Si bien es verdad que la llegada de Bob Rock a la producción le dio a la agrupación una personalidad mucho más amigable que lubricó la entrada de su música a la radio y a las cadenas de MTV, también les costó los reclamos de sus viejos seguidores. Cosa que al parecer los tiene sin cuidado. Definitivamente es más confortable dormir encima de un colchón relleno de un millón de dólares. “Enter sandman” y “Nothing else matters” elevaron a Metallica a un estatus que no se ha repetido nunca en la historia de la música heavy. Se trata de la única banda metalera que conocen y escuchan aquellos a quienes no les gusta hacer “cuernitos” con la mano. Ha vendido hasta 2016, más de 16 millones de copias. Generó que los adeptos al grupo, instalados en la vieja escuela, firmaran una petición en línea para que Bob Rock nunca volviera a producir a la banda.
Luego de Metallica, vinieron Load (1996), Reload (1997), St. Anger (2003) y Death magnetic (2008). Una serie de batazos irregulares en todas direcciones. De malos a peores. Cierto es que de cada uno sobreviven canciones memorables que de vez en cuando se cuelan al repertorio de los conciertos, hay que decirlo, cada vez más anclados en la pirotecnia y los efectos especiales que en la música. Algunos nos referimos a El Arsenal Completo, aquella serie de presentaciones en el Palacio de los Deportes realizada en 2012, como “Metallica, el musical”. A la mitad de su actuación el grupo fingía un desperfecto técnico en la que muchos cayeron redonditos, demostrando que a medida que se ponen más viejos, también hacen un gran esfuerzo por conectar con los millennials.
HARDWIRED… TO SELF-DESTRUCT
Hace mucho la marca, porque Metallica es una empresa sumamente rentable, vive de un pasado que le costó mucho trabajo forjar. Nada de malo hay en ello. Pero Lars, Kirk, James y Robert quizá no estén preparados para comprender que un día no estarán más de moda. Tal vez ya llegó el momento.
Hicieron realidad el sueño que de adolescentes los embargaba. Pero ya nació la primera generación de niños que cuando escucha su música se pregunta “¿quién diablos es Metallica?”. La prueba está en YouTube.