Las flores del mal (Les Fleurs du mal en francés), es una antología de poemas escritos por el famoso Charles Baudelaire. Fue publicada en 1857 y es considerada actualmente como la obras más increíble del autor.
Así mismo, se ha retomado como el ejemplo perfecto del simbolismo y decadentismo francés. Ésta recopilación, está conformada por casi la totalidad de la obra poética de Baudelaire, desde el año 1840 hasta 1857.
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Charles Baudelaire
Y ¿quién fue Charles Baudelaire? Fue uno de los mejores poetas de todos los tiempos, traductor y crítico; el pionero del movimiento simbolista y de la poesía moderna.
Debido a la difícil vida que tuvo desde niño, a todos los excesos que sufrió de adulto, terminó siendo conocido como “el poeta maldito“. La inspiración y fascinación de Baudelaire siempre recayó en lo diabólico, lo grotesco, lo sucio, las divinidades, los imposible, la fragilidad del ser y lo intangible.
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Les Fleurs du mal
La primera edición de Las Flores del Mal, fue censurada, causando que 6 de sus poemas fueran retirados de la antología, ya que resultó ser muy inmoral para aquella época. Y no fue, hasta el año 1949 cuando el público pudo ver la luz la publicación original, tal como fue diseñado por el autor.
“Baudelaire, que es aún un romántico, es ya un simbolista, está siempre mostrándonos su corazón al desnudo, pero su verso va más allá de la anécdota personal para adquirir el misterioso valor de la palabra en sí. Se sueña a sí mismo con una pasión y un arte que convierten el sueño en poesía, en música significativa. Y detrás de los sueños, la fe y las palabras le hacen inmortal”.
Carlos Pujol
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La estructura de la obra consta de una introducción y 6 apartados que en total suman 151 poemas:
- “Al Lector” (“Au Lecteur”)
- “Esplín e Ideal” (“Spleen et Idéal”)
- “Flores del Mal” (“Fleurs du Mal”)
- “Cuadros Parisinos” (“Tableaux Parisiens”)
- “Rebelión” (“Révolte”)
- “El vino” (“Le Vín”)
- “La muerte” (“Le Mort”)
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Te dejamos 5 poemas extraídos de Las Flores del Mal (1861).
La destrucción (poema #109)
Incesante a mi vera se agita el Demonio;
Flota alrededor mío como un aire impalpable;
Lo aspiro y lo siento que quema mis pulmones
Y los llena de un deseo eterno y culpable.
A veces toma, sabiendo mi gran amor al Arte,
La forma de la más seductora de las mujeres,
Y, bajo especiosos pretextos de tedio,
Habitúa mis labios a filtros infames.
Me conduce así, lejos de la mirada de Dios,
Jadeante y destrozado por la fatiga, en medio
De las llanuras del Hastío, profundas y desiertas,
Y despliega ante mis ojos llenos de confusión
Vestimentas mancilladas, heridas abiertas,
¡Y el aparejo sangriento de la Destrucción!
Alegoría (poema #114)
Es una mujer hermosa y de rica prestancia,
Que deja en el vino arrastrar su cabellera.
Las zarpas del amor, los venenos del garito,
Todo se desliza y embota en el granito de su piel.
Ella se ríe de la Muerte y burla del Libertinaje,
Esos monstruos cuya mano, que siempre araña y rasga,
En sus juegos dañinos y, sin embargo, respetada
De su cuerpo firme y erecto la ruda majestad.
Camina como diosa y reposa cual sultana;
Pone en el placer la fe mahometana,
Y con sus brazos abiertos, que abarcan sus pechos,
Atrae las miradas de los seres humanos.
Ella cree, ella sabe, esta virgen infecunda,
Y, por consiguiente, necesaria para la marcha del mundo,
Que la belleza del cuerpo es un sublime don
Que de toda infamia arranca el perdón.
Ignora el Infierno tanto como el Purgatorio,
Y cuando la hora llegue de entrar en la Noche negra,
Ella mirará el rostro de la Muerte,
Como a un recién nacido, —sin odio y sin remordimiento.
Cupido y el cráneo (poema #117)
Cupido está sentado sobre el cráneo
De la Humanidad,
Y sobre este trono el profano,
Con risa desvergonzada,
Sopla alegremente burbujas redondas
Que suben en el aire,
Como para alcanzar los mundos
En el fondo del éter.
El globo luminoso y frágil
Toma un gran impulso,
Estalla y escupe su alma sutil
Como un sueño dorado.
Escucho al cráneo, en cada burbuja
Rogar y gemir:
—»Este juego feroz y ridículo,
¿Cuándo debe concluir?
Porque lo que tu boca cruel
Desparrama en el aire,
Monstruo asesino, es mi cerebro,
¡Mi sangre y mi carne!»
El sueño de un curioso (poema #125)
¿Conoces, como yo, el dolor sabroso?,
Y de ti haces decir: «¡Oh, que hombre singular!»
-Iba yo a morir. Era aquello en mi alma amorosa,
Deseo mezclado al horror, un mal particular;
Angustia y viva esperanza, sin humor ficticio.
Cuanto más se vaciaba la fatal ampolleta,
Más áspera y deliciosa era mi tortura;
Todo mi corazón se desprendía del mundo familiar.
Me sentía cual el niño ávido del espectáculo,
Aborreciendo el telón como se odia un obstáculo…
Finalmente la verdad fría se reveló:
Estaba yo muerto, inesperadamente, y la famosa aurora
Me envolvía.— Y, ¿qué? Entonces, ¿no es más que esto?
La cortina se había alzado y yo esperaba todavía.
Semper eadem (poema #40)
«¿De dónde os viene, decís, esta tristeza extraña,
Trepando como el mar sobre el peñón negro y desnudo?»
—Cuando nuestro corazón ha hecho una vez su vendimia,
¡Vivir es un mal! Es un secreto de todos conocido,
Un dolor muy simple y nada misterioso,
Y, como vuestra alegría, brillante para todos.
Deja de buscar, entonces, ¡Oh, bella curiosa!
Y, por más que vuestra voz sea dulce, ¡callad! ¡callaos!
¡Callad, ignorante! ¡Alma siempre arrebatada!
¡Boca de risa infantil! Más aún que la Vida,
La Muerte nos retiene casi siempre con lazos sutiles.
¡Dejad, dejad mi corazón embriagarse de una mentira,
Sumergirse en vuestros bellos ojos como en un hermoso sueño,
Y dormitar mucho tiempo a la sombra de vuestras pestañas!
Cinthia Flores
Fotógrafa y reportera.